Capítulo 5: Destinos separados.

Aquel hostal era peculiar y extremadamente curioso, pero para el gusto de Becker era simple y aburrido. Las camareras llevaban ropajes raros, para su opinión. Lo que llevaban realmente era la prenda conocida por kimono, que antiguamente lo llevaban puesto los japoneses. Ya habría que suponer, que la idea de traer a la mayoría de los integrantes del grupo a aquel lugar, fue de Naol.

Sentados en el suelo, compartiendo la misma mesa, se encontraba Becker, Naol y Dereck tomando un vaso de té acompañado con dulces de arroz.

Becker suspiró, se aburría demasiado, tanto que, empezó a analizar a Naol de arriba abajo. Lo que le llamó más la atención fue aquel punto negro en la frente, y que vistiera un elegante traje negro azulado.

-          Naol, tus antepasados serían japoneses, de por ahí, ¿no? Pues, ¿por qué llevas un punto en la frente?, que yo recuerde en mi época estudiantil…, eso era más simbólico para los hindúes.

-          Mis antepasados seguían aquella religión, también había japoneses que eran budista y todo ese royo. Y esto no es un punto - le corrigió severamente-, sino, es más conocido por el ojo de la sabiduría o  simplemente, el tercer ojo.- Cogió el vaso de té verde y empezó a beber.

-          Y el color negro, también significa que está soltero.- agregó Dereck con una sonrisa de oreja a oreja y alzando una ceja.

Naol no pudo evitar escupir todo lo que se tragó, dejó los ojos en blanco y miró fijamente a su mejor amigo que ahora se encontraba mojado por el té que le acababa de escupir Naol. Por fin la cosa se animaba, este tema sí que era interesante, sobre todo para Becker. Hasta éste, ya tenía pensado el regalo perfecto cuando Naol cumpliera años… supongo, que ya os habréis imaginado qué tipo de regalo sería.

-          Naol… ¿eres soltero? ¡Ya sé lo que necesitas! ¡Unas buenas camareras!- exclamó Becker enérgicamente mientras atraía la atención de los demás huéspedes que se encontraban en aquel sitio.

-          Que sea soltero no significa que no sea…- Dereck intentó “arreglar” cierto tema de la vida sexual de Naol, pero éste, le interrumpió estando rojo como un tomate.

-          ¡CALLAROS LOS DOS, YA!... Ya es suficiente que todo la gente que se encuentre aquí sepa mi vida amorosa.- susurró.- Además, Dereck, ¿cómo sabes que el punto negro sobre la frente significaba eso?- Observó a Dereck detenidamente, y hasta que él no acabara de limpiarse o secarse, no comenzó a hablar.

-          Naol, Naol, Naol… Mi querido amigo Naol.- Dereck se inclinó brevemente hacia atrás, colocando los brazos de apoyo y estando en una postura más cómodo para él.- Somos amigos desde los cinco años, es obvio que como bueno amigo que soy tendría que saber más sobre ti y tu cultura.- Y para finalizar, sacó aquella sonrisa picarona al observar a una camarera acercarse.- Becker, mira esa que… ¡¿Becker?!

Miró a ambos lado buscando al ‘sheriff’, Naol inclinó la cabeza avisándole el lugar concreto donde podía localizar a Becker. Dereck se levantó y lo vio ahí, babeando como un perro al ver un delicioso hueso. Tenía aquella cara de estúpido que solía poner al ver chicas guapas, estaba sacando su móvil-esfera para, seguramente; anotar las medidas de la muchacha y su número de móvil-esfera.

-          Maldito…. ¡Se me adelantó!

-          ¿No se supone que tú estás enamorado de Kristal?- preguntó Naol tomando otro sorbito de su vaso.

-          Claro que sí.- Se agachaba de nuevo para volver a sentarse.- Ella es la única persona que amo realmente… pero, no puedo evitar a las  demás bellezas…- suspiró.- Por cierto, ¿cómo que ellos se encuentran en el palacio del rey y nosotros no? ¡Esto es indignante!

-          Jefe… Somos los rebeldes, los que contradecimos las normas al utilizar armas de fuego. Recuerda que se prohibieron cuando los diez sabios afirmaron que los objetos más modernos o futurísticos provocaban la ira de la oscuridad.

-          Razón que vivamos como en la edad media… Vale que la Tierra renació como Kiria, pero no significa que tengamos que empezar desde la prehistoria.- refunfuñó como un niño.

-          Bueno, somos el nuevo futuro, tenemos que arreglar lo que hicieron nuestros antepasados. Pero, yo más bien pienso que la furia de Greydorm se trata de que explotamos todas las energías a nuestro favor y convirtiéndonos en personas ruin.

-          Acabaremos con Greydorm y con aquel misterioso personaje que mató a Gafny. Y si no soy quien lo acabe… ¡será mi cuñado!- sonrió.- Por cierto... ¡acabas de nombrar a quien que no debe ser nombrado!- simuló un gritó como si estuviese asustado.

-          Eso son estúpidas leyendas de los sabios.

*         *          *

En el palacio de Halkia, en los baños. La humedad empañaba todos los cristales, las duchas eran pequeñas, pero se tenía que conformar. Aquel lugar lo utilizaban para la desinfección de alguna especie de virus o para asegurarse que el rey tuviera invitados sin ninguna enfermedad contagiosa.

En una de las duchas, en concreto, donde se encontraba Rick lavándose el pelo, se oía una especie de canción que salía de su boca.

-           Haaaa… Había una vez un barquito chiquitito, había una vez un barquito chiquititooo, que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar.- Era, sinceramente; la canción más absurda para cantar mientras uno de duchaba.

-          Rick, ¿sabes que hay más personas en esta misma sala escuchando tu… tu ridícula canción?- comentó Silker con un tono enfadado.

-          Sé que estamos El cojo, tú y yo. Además, así ánimo el ambiente, ¿a qué si Toby el cojo?- le tomó un nuevo apodo.

-          ¡Claro que sí! Pero… no sé si al otro lado de esta pared, Kristal estará escuchando…-  Asomó la cabeza de la ducha y se fijó que Rick también había reaccionado igual.

Se miraron mutuamente y esperaron a que Silker también se asomara, pero éste se estaba aclarando mientras se ruborizaba al pensar lo que iban hacer esos dos o al imaginarse a Kristal al otro lado de la pared…

-          ¡Kristal! ¡Si me oyes, lávate bien el pelo!- gritó Rick.

-          ¡O mandamos a Silker para que te ayude!- añadió el pequeño rubio con aquel tono coqueto que marcó.

Lirfo también se hallaba en las duchas, intentando ser lo más silencioso y pasar desapercibido de que comenté algo sobre él. Aunque, ya se hubieran olvidado de él por lo que lloraba en silencio mientras se aclaraba su pelo lacio y plateado.

Mientras, en el otro lado de la pared, Kristal, escuchaba todo lo que oían esos tres estúpidos. Agachó la cabeza, sonrojada e indignada de ser la única mujer que se encontraba en aquellas duchas, hasta llegó a preguntarse que qué hacia ella en aquel grupo de idiotas.

-          En momentos como estos… echo en falta a Sylvia.- susurró.

*         *          *

Al salir de las duchas, cada uno con sus batas de algodón recibieron su ropa recién lavada y planchada por las criadas del rey.

Les indicaron que Shiva había despertado y que se encontraba en el comedor real junto con su majestad haciendo unos negocios que trataban sobre su hermano.

Al oír tal cosa, Rick, quien llevaba a Toby a caballito ya que le costaba andar con aquella gran escayola en su pie derecho; corrieron por todos los pasillos reales hasta llegar al gran comedor. Cuando llegaron se encontraron con una gran mesa alargada, tan alargada que le acompañaba quince sillas en cada lado, excepto en los extremos donde había una silla de más en cada lado.

El eco al abrir las puertas se mantenía en el aire, Shiva se hallaba en una de las sillas de los extremos y su majestad en el otro. Rick, atónito y ruborizado la observó durante un tiempo. Su piel ya conseguía color, poco pero ya no estaba tan pálida como de costumbre; aquel pelo que se le caía por los hombros, tan brillante y bonito como siempre; y por no olvidar los ojos morados  penetrantes.

-          Chicos, ¿cómo estáis?- saludó acompañada con una bella sonrisa.

Todos se quedaron mudos, callados, sin decir nada, sin saber qué decir o cómo reaccionar, fue Toby el que dio el primer paso, acercándose hacia ella lentamente, y cuando logró llegar, saltó sobre sus brazos y comenzó a romper a llorar.

-          Te echábamos de menos.- comentó Kristal recibiéndola con otro abrazo por encima de Toby (aplastándole).

Silker, Lirfo y Rick seguían parados en la puerta. El rey miró frustrado a Silker, ambos mantenían las miradas, pero Silker tuvo que evitarla como respeto a su rey.

-          Chicos.- se levantó Shiva e hizo una reverencia a su rey.- Y majestad, si me disculpáis, tengo que arreglar cierto asunto con Rick Redfrod.- sus amigos asintieron. Sabían que ellos dos tenían que arreglar demasiadas cosas.

Camino despacio y con cuidado, se notaba que aún no estaba del todo bien, se aferró del brazo de Rick y se lo llevó a la terraza más cercana, donde los únicos testigos sean ellos dos y las estrellas. Mientras tanto, los demás se quedaron parados, persiguiendo con la mirada a los dos que se iban.

                                                         *         *          *

 [Nota de Autora: Sí queréis  a partir de aquí podréis leer junto esta canción. A mi me ayudo bastante para meterme en el ambiente además que adoro este soundtrack. Bueno, yo no os obligo aquí decidís vosotros ^^ ]

Se originó una pequeña brisa gélida, la luna se iba coloreando poco a poco, dentro de unos días se convertiría en una preciosa luna llena. Shiva se asomó a por la terraza, se encontraban en un quinto piso, las vistas eran alucinantes: las calles oscuras pero decoradas con algunos pequeños destellos que producían las farolas o las luces de algunas casas. Los árboles se agitaban o bailaban por el viento, nadie andaba a estas horas por las calles, todo era silencio, un agradable silencio…

Se giró y ahí estaba Rick, mirándola con atención, sus ojos brillaban, esos rayos que se le asomaban en el iris azul celeste eran un efecto increíble. Por fin, llegó la hora de contarle la verdad o casi toda la verdad.

-          Rick… Lo siento.- confesó.- Lo siento… Y-yo siempre supe la verdad…

-          ¿Shiva?- alzó una ceja.- No entiendo nada… pero me da igual, ¡me alegro tanto de verte!- se sonrojó.- Esto… yo quería…

-          ¿No… no estás enfadado?- preguntó confusa e interrumpiéndole.

-          No.- negó con la cabeza también.- Aunque me hallas ocultado tu enfermedad, intentar eliminarnos, haber desaparecido de esta manera haciendo que pensara que estabas muerta… Pero ahora que te veo pareces estar mejor.- sonrío.

-          ¿Intentar eliminaros? ¿D-De qué hablas, Rick?- empezó a asustarse, al parecer no recordaba nada y se temía lo peor.

-          Entonces…,¿no te acuerdas de nada?- Si no recordaba nada, tampoco recordaría lo del beso, lo que provocó que Rick se entristeciera.- Bueno, no hiciste nada, tranquila…- susurró.-  Sé que me ocultaste la mitad de las cosas por mi bien, para que no me preocupara, pero desde ahora no me ocultes nada, por favor.- Rick se mantenía serio a cada palabra que decía, por una vez se notaba que estaba madurando.- Nunca perdí la esperanza de volverte a ver.- se acercó a ella y la agarró de las manos, transmitiendo todo su calor.- Porque Shiva... yo…

-          ¡Rick no!- se soltó de inmediato mientras se alejaba.- No, no podemos… por ciertos motivos...- su tono era apagado, se notaba en la voz que deseaba llorar.

-          ¿Cuáles?- volvió a acercarse a ella.

-          Traición… Tu padre,-suspiro.- asesino a mi madre, la mató.- comentó fríamente.

Rick se echó hacia atrás, era imposible que aquel a quien llamaba “papá” fuera un asesino. Podía ser agresivo, pero jamás se atrevería a matar a alguien o eso pensaba.

-          Pero,- Shiva seguía hablando.- yo a tu padre lo admiré, protegió a todo el mundo contra la oscuridad…

-          ¿Es-Estarás de broma, no?- se contuvo para no gritar.- ¡Mi padre no puede ser un asesino!- subió el tono de voz pero sin llegar a gritar para no asustarla.

-          Rick,- intentó calmarle- puede, que mi padre mandó asesinarte como venganza por la muerte de mi madre… Pero resultó que asesinaron a tu madre… Yo, esto… lo siento, lo siento mucho.- agachó la cabeza, de su mejilla se asomaba una lágrima que descendía lentamente hasta caer contra el suelo.

El viento movía los cabellos de color azabache del chico, arrastraba cada suspiro que soltaba éste. Todo este tiempo sabía que a su madre la habían asesinado por culpa suya, es más, se lo echó en cara su padre, Arthur Redfrod; pero nadie le contó la verdad, el verdadero motivo.

Tenías ganas de gritar, llorar como lo hubiera hecho si fuese aquel estúpido niño inocente, sin embargo se lo retuvo todo hacia dentro, algo ardía en su interior pidiendo venganza, muerte, pero debía controlarse. De nuevo miró a Shiva, seguía cabizbaja, llorando, ahí fue cuando entendió algo: que para vivir hay que luchar y el que no lucha, morirá.

-          Shiva.- dijo seriamente.- Tú no tienes la culpa de lo ocurrido, eso jamás cambiará nada, porque yo… yo siento algo por ti, Shiva.- confesó.- Aunque sé que aún me ocultas más verdades, ¿pero todo a su debido tiempo no?- sacó una sonrisa forzada y apenada.

-          No.- levantó la mirada hacia él. Sus ojos morados seguían bañados en lágrimas.- ¡Estoy muerta Rick, muerta!- gritó.- Parezco estar viva, pero eso es por el Pequium de los dioses utiliza mi cuerpo para acabar mi cometido, acabar con la oscuridad.- cogió aire, levantó la mano hacia la luna. Pareció ser mágico, aquel efecto era hermoso, se podía ver claramente como los rayos de la luna traspasaba la piel de la mano de la chica, como, si fuera transparente, un simple espíritu.- Si vuelvo a fallar me iré para siempre… ¿No lo entiendes?

-          ¡Cuando yo muera podremos estar juntos!- rechistó mientras la volvía a sujetarla de las dos manos.

-          No digas estupideces.- sonrió débilmente.- No es tan fácil, tú eres… como un semi-dios, un Pertigión como Nubila pero más mortal que ella. Cuando mueras te irás al olimpo junto a los demás dioses o Pertigión, en cambio yo estaré en otro lugar… ¡Nuestro destino es de estar separados, Rick, entiéndelo de una vez!- le costaba cada vez más seguir hablando de este tema, era como si la apuñalaran varias veces.- Eso no significa que yo…, que yo no sienta lo mismo.

Rick se apartó bruscamente, se marchaba hacia el interior del palacio, pero antes de irse completamente se detuvo, inclino brevemente la cabeza, de modo que solo se le viera de perfil.

-          No entiendo por qué respetáis a aquellas… bestias.- escupió con asco.- ¡Yo no los llamaría Dioses a quiénes utilizan cuerpos para su propio bien! De alguna manera, cambiare este estúpido destino. Memorízalo. Yo, Rick Redfrod, desvelaré que mi padre no es un asesino y haré lo que pueda para que podamos estar juntos. ¡Recuérdalo!- abrió la puerta pero antes de adentrarse añadió:- ¡Ah! Y una cosa, yo una vez te abandoné, pero esta vez seguiré a Heldika, donde quiera que esté, y no volveré a alejarme de lo que más quiero.

La dejó, la abandonó en aquella terraza mientras ella se ahogaba con sus propias lágrimas.

Una vez ya cerrada la puerta completamente, se tiró al suelo mientras se apoyaba contra la fría madera de la puerta. Metió su mano en el bolsillo izquierdo del pantalón y saco aquel mechero plateado antiguo con bonitos adornos y con ciertas iniciales en la parte delantera: JR, que significaba Jack Redfrod y RR, que significaba Rick Redfrod.

-          Y en los momentos que necesito un hermano para desahogarme, tú no estás…-suspiró.- Como desearía tener el paquete de tabaco que te di ahora mismo.- sonrió con desganas. Ya era hora que empezara a madurar.

-          ¿Te encuentras bien?- Alzó la mirada al frente, justo delante suya se hallaba alguien con cabellos rosados que simulaba el color de un chicle de fresa.