Capítulo 1: Fracaso

Se acercaban al gran reino, las vistas de los alrededores fascinaban a más de uno. Toby no perdía tiempo en coger todo tipo de planta medicinal que se le encontraba por los alrededores, claro, todo lo que le pedía Naol. Al parecer, Toby se había convertido en el discípulo del gran cocinero. Naol sabía tratar con niños y sobre todo si era Toby, admiraba a ese pequeño y se sorprendía aún más de su nivel en la cocina.

-          Toby… ¿en verdad tienes nueve años y medio?-preguntó Naol extrañado de que ese niño estuviera tan espabilado. 

-          Claro, la verdad es que... a lo mejor ando más espabilados que los demás niños por las circunstancias en las que vivía antes.- Bajó la mirada, deprimido.

-          ¡Ey! ¡Llegamos!-gritó Rick mientras corría hacia el enorme reinado de Halkia como si se tratase de un niño.

Toby alzó la vista, le salió una sonrisa inconscientemente, al observar la actitud de Rick; y sin pensarlo, le siguió, ambos corrían deprisa, con ganas de ver la ciudad más a fondo. Aún estaba a fueras del reino pero podían observar al gran castillo que se sobresalía de los muros.

Había muchos aeroplanos volando por los cielos, las nubes se teñían de un color rosado por el atardecer, aquel castillo imponía, era enorme, estaba colocada en la cima de una ladera; el camino estaba hecho de ladrillos, como si se tratase de un puente, podría ser la mismísima muralla china pero futurística.

Silker dio un gran suspiro, sintió un pinchazo en el estómago, estaba volviendo a la ciudad donde un día se alisto al ejército. Nunca habló de sus días en el entrenamiento para ser un soldado al parecer, lo pasó muy mal.

-          ¿Con ganas de volver?- saltó Kristal mientras se colocaba a su altura y como de costumbre sin mostrar ninguna grata sonrisa.
-          ¿Debería?- suspiró- ¿No sientes odio sobre a esta ciudad?- preguntó Silker
-          Arrebataron la vida de mis familiares… Solo por ser una simple ladrona.- dejó la mirada perdida en el horizonte.- Y tú solo obedecisteis.- le miró fijamente, atenta a aquellos ojos azules grisáceos.
-          Hay mucha muchedumbre suelta por toda Kiria y puede que yo sea una.

Kristal se paró en seco, no podía quitar la mirada al hombre de la armadura. En el fondo de ese ser, se sentía culpable por lo que paso hace años y aunque le costará perdonarle, sentía compasión sobre él.

No tardaron demasiado en estar en los terrenos de Halkia. Rick y Toby observaban cada rincón con la boca abierta, Dereck, acompañado por Becker; no podían quitar la vista a unas mozas que servían la comida en un bar. Kristal seguía atónica sobre lo que dijo Silker sobre sí mismo, desde que le conoció nunca se había comportado así. Lirfo mientras ojeaba el gran libro de los conjuros, podía andar perfectamente sin tropezarse y contando que Rick y Toby intentaban hacerle caer, pero el elfo era más astuto que esos dos. Naol junto a los más miembros de los rebeldes se alejaron del grupo, unos a ir a tomar algo, otros a comprar más armas de fuego en el mercado negro y el cocinero a buscar ingredientes, ya que se habían quedado sin provisiones para el viaje que les esperaban.

      -         Ir a echar un vistazo por el reino, mientras tanto yo iré hablar con el rey.- concluyó Silker con un tono preocupante.
-          ¡Toby, vamos a echar un vistazo a los alrededores!- comentó Rick enérgicamente.
-          Yo iré a un mercado mágico para que me ayuden a resolver el misterio de este libro.- dijo Lirfo
-          Y yo pediré el número de esfera de aquellas mozas.- concluyó Becker mientras empezaba a acosar a una bella camarera.

Todos se marcharon sin dejar tiempo a que Dereck y Kristal pudiesen explicar lo que iban a hacer.

*          *          *

Kristal empezó a caminar entre la multitud, casi desapareciendo por estos. Dereck la siguió sin pensarlo, observaba que Kristal estaba rara.

<< ¿Qué le pasaría?>>

Anduvieron todo el tiempo en silencio, suerte que a ninguno le incomodaba aquello. Kristal seguía pensativa, Leiya aún estaba en paradero desconocido, Silker estaba extraño… y Dereck no dejaba de contemplarla, pero esto último no le preocupaba bastante.

-          Pelo chicle.

Dereck probó a ver si Kristal estuviese en este mundo, si lo estaba ahora mismo estaría amenazándole o pegándole; pero fue todo lo contrario, Kristal seguía empanada mientras caminaba mirando al suelo, con los ojos entrecerrados y con una cara de desosiego.

Llegaron a unos bellos jardines –mejor dicho a una enorme pradera- llena de flores. No estaban muy lejos, por no decir que se encontraba al lado del castillo de Halkia. Estaban en lo más alto de todo el lugar en que se podía encontrar en aquel reinado, donde uno podía ver aquel espectacular paisaje de toda la ciudad. Las flores estaban teñidas de amarillo por el ocaso, al igual que la  húmeda hierba; había uno más que otras de distinto color, pero la que más resaltaban eran esas.

Kristal contemplaba la ciudad en medio del atardecer, veía curiosamente como la gente caminaba tan tranquilamente por la ciudad, comprando, robando, vendiendo… Muchos duendes hacían los típicos espectáculos mágicos para los más pequeños. Centauros y minotauros vendiendo armas legales, es decir armas blancas, ya que las armas de fuego era ilegal utilizarlas al ser denominada un artilugio de la tecnología.

Dereck alzó la cabeza hacia el cielo, observó las pocas estrellas que se hallaba en el firmamento. De nuevo, volvió su vista a Kristal, quien permanecía en frente suya, parada y percatándose de cada cosa que pasase por aquellas calles.

No podía verla así, con aquella actitud, no era ella, no era la chica de quien se enamoró y de quién… cometió su mayor error.

-          Hace media hora que me tienes preocupado. ¿Qué ha pasado con la chica malhumorada que conocí y me enamoré?
-          Ha muerto desde que me enteré que los hombres son unos cabrones. Y,... desde que Leiya desapareció.
-          ¡Yo traeré a Leiya! ¡Lo juro! Jajaja,- Esa risa fue con un tono descontento, desanimado.- en este minuto me he sentido como Toby.-intentó calmarse y se puso serio, como si hubieran traído a otra persona..- Y espero que con eso podrás perdonarme.- se le acercó un paso hacia a ella, pero Kristal mantenía su misma posición, dándole la espalda.
-          Dereck, jamás podré perdonarte. Ni a ti, ni a… Silker.- concluyó fríamente.

La pequeña brisa se infiltró en aquel silencio. Kristal se volteó, mirándole fijamente a los ojos de Dereck.  Él se acercó a ella, pero Kristal había apartado su mirada de él. Dereck se giró enfadado, resopló, no podía controlarse aquella ansias de abrazarla o hasta besarla pero no podía, todo le resultaba difícil. Inclinó brevemente la cabeza, intentando verla de reojo y se limitó a suspirar.

      -          No eres la única que estás mal. ¡Yo he vuelto a perder  a mi hermana!
-          Pero tu sabías que estaba viva.- finalizó. Kristal no era la típica chica que se andaba con rodeos, no, ella no le avergonzaba decir todo a la cara, aunque sepa que con sus palabras podrían llegar hasta doler.- Tú sabías desde el principio que tu hermana era la elegida para poseer el Pequium de los cielos en su interior. Por eso cuando supuestamente murió, tú no estabas tan preocupado ya que sabías que ella no puede desfallecer hasta que haya acabado con su misión, acabar con la oscuridad.

-          No me gusta mostrar mis sentimientos a los demás, es de cobardes. Pero la verdad, aunque Shiva sea mi hermana y yo soy hermano… Creo que está más unido a Silker, él la cuido cuando yo desaparecí sin razón.- dijo deprimido

Kristal notó aquella tristeza, ella supo el motivo de porque abandonó su vida y más o menos le entendía. Dereck se acercó más hacía el borde de aquella pradera, ese lugar donde había estado Kristal contemplando la ciudad. Aún mantenía su posición, de nuevo era él quien la daba la espalda.

Kristal le miro preocupada, se acercó a él lentamente. Primero le agarró de la chaqueta, apoyó su cabeza en su espalda, oliendo su delicado aroma; y después no pudo aguantar de rodearle con sus brazos, dándole aquel abrazo que ambos necesitaban.

      -          Soy medio Ritro… Mi padre me obligó abandonar el poblado…
-          Pero Dereck, tú sacrificaste tus poderes por tu hermana como hizo tu madre con su vida.

     -      Cuando te conocí mi vida cambió radicalmente.- ignoró lo que le decía la chica.- Nunca te había fallado, solo  aquel día…  No tengo excusa por  haberte abandonado y dejarte ahí   tirada.- se   alejó de Kristal, rechazando aquel abrazo que tanto ansiaba. Kristal abrió más los ojos, estaba sorprendida  de cómo reaccionó.- Después me alisté  a los rebeldes y me reencontré con mi mejor amigo de la infancia, Naol.- se  giró de nuevo y empezó a arrimarse hacia Kristal. Cogió sus delicadas manos y se lo llevó a su pecho.- Siéntelo, mi corazón solo late por ti. Kristal, pégame o déjate llevar pero solo quiero decirte que…- se acercó lentamente hacia la muchacha quien parecía estar estupefacta por aquella declaración.- Te amo.

Y en aquel instante, ambos labios se rozaron, los de él pegado con los de ella; haciendo lentos movimientos. Kristal cerró los ojos y se dejó llevar por aquella sensación extraña que le estimulaba al estar con Dereck. El chico se la llevo más cerca de él, la beso como si fuese lo último que haría.

*          *          *

Era impresionante el servicio que mantenía aquel enorme palacio.  El hombre no paraba de observar los nuevos decorados cuyos años atrás no estaban. En cada pared se hallaba una especia de bandera donde estaba inscrito el nombre del ejército/reino, tenía dibujado en el centro un símbolo que se trataba de una sombra de un dragón de color plateado junto a un escudo de defensa en medio.

Para llegar hacia donde aguardaba el rey en el trono debía recorrer un gran camino, primero debía pasar por tres puertas que se abrían nada más pasar gracias a los soldados que se ocupaban, al ver a muchos de los suyos abrir las enormes puerta recordó cuando era un mero cadete y se dedicaba a aquellas labores para su rey.

Sin darse cuenta, ya había llegado a la estancia junto al rey. Observó a su alrededor, había pasado tanto tiempo sin pisar aquel lugar que pensó que habían hecho reformas.

      -          Oh, mi fiel y querido Silker. Mi mejor soldado, acercaros a mi vera.- ordenó su majestad.
Silker se acercó al trono, se arrodilló ante él acompañado de una reverencia y se volvió a poner erguido, con los brazos pegados al cuerpo y las piernas juntas.
-          Mi señor, he regresado para pediros que me dejéis una tropa al mando…
-          ¿Por qué lo queréis? Además, no pienso perder más vidas de mis soldados, que se ocupen los Ritros que son su misión.
-          Pero...- suspiro y le echó fuerzas para hablar.- Sabéis que me uní a Shiva de los Ritro para acabar con la oscuridad, nos hemos visto en momentos dificultosos, ¡hasta los rebeldes nos piensan ayudar! Me… ¡Me avergüenza su actitud majestad!- le gritó apartando la mirada y mordiéndose el labio inferior furiosamente.
-          ¡Por el todopoderoso! ¿Qué acaban de oír mis oídos? Silker… ¿acaso os habéis olvidado de vuestra tarea?

-          No mi señor… Sé que los rebeldes están en busca y captura por utilizar máquinas evolucionadas ya que están prohibidas…

-          Entonces ya sabes que hacer. Traédmelos y los encarcelaremos, ¿o piensas traicionar tu propia patria?

Silker estaba confuso, desde que sus padres murieron por un atraco, vivió junto a Shiva y su padre. Les cogió rápidamente cariño y desde entonces se prometió hacer justicia y eliminar todo artefacto evolucionado (maquinas eléctricas, armas de fuego, transportes…) Cuando cumplió los siete años se inscribió en el ejército de Halsey. Halsey era conocido por el rango de bronce, es decir estos se ocupaban de los campesinos, es decir de la sociedad medio/bajo. A los diez años de edad fue aceptado y entrenado hasta llegar a su posición de mano derecha del ejército de Halkia, el rango de plata – cuya milicia se ocupaba de la nobleza y de los criminales-.

Siempre odió aquel momento cuándo fue testigo de las muertes de sus padres a base de tiroteos, se prometió que jamás utilizaría aquellas armas. Por eso odiaba por una parte a los rebeldes, pero… no sabía si su deber era traicionarlos sabiendo que Dereck formaba su nueva familia, aunque siempre se estén picando mutuamente y que ahora estén rivalizados por un mismo motivo: Kristal.

Empezó a deambular por toda la sala,  pensando, meditando sobre lo que iba a hacer. Llegó hasta una de las grandes ventanas, eran de un tamaño más grande que él; se quedó observando el paisaje, esa ventana daba a los bellos jardines o praderas reales, hasta llegó a ver a dos personas que se encontraban ahí, algo que le hubiese gustado no haberlo visto. Sin ninguna duda, sus ojos fueron testigos de la victoria de Dereck, sonrió débilmente, entendía perfectamente que Kristal ya había elegido, ya sabía qué decisión tomar.

      -          Ya sabéis mi respuesta, señor.- dijo claramente Silker.
-          Jo, jo, jo. Sabía que no me traicio…- no le dio tiempo a acabar la frase debido a que Silker le interrumpió de inmediato.
-          Dimito mi cargo. Jamás os entregaría a un viejo amigo.
-          ¿Se trata del medio Ritro de Dereck? ¡¿Estáis seguro de lo que hacéis?!- Su majestad estaba furioso, se podía ver como las venas del cuello se hinchaba.
-          Dereck formó parte de mi nueva familia durante un período. Y, mi alteza, por una vez estoy totalmente seguro. Os he fallado y he fracasado tanto como buen soldado… como en el amor.- susurró las últimas palabras.

             Nota de Autora: Este cap. quiero dedicárselo a Gaby. Fan nº1 de Kristal y Dereck (Y ya era hora que hiciera un cap, para ellos dos... si, ella me quería matar la muy psicópata ê.e). También quiero  nombrar a mis dos chicas más pesadas que me obligaron a subir: ¡NOEMI Y UXIA! Gracias por esas conversaciones de amenazas :')