Capitulo 30: El templo de los recuerdos

Nota de autora: Antes que nada, dedico éste capítulo a mi seguidora fiel (como las demás pero ésta estuve desde un principio y hasta ahora)Sí, Gaby eres tú. Aparte que gracias a esta señorita empecé a escribir, hoy es su cumpleaños, ¿y qué mejor regalo que dedicarle un capítulo y le felicite uno de mis personajes? Vamos, Kristal es tú turno.

Kristal: ¿En serio que tengo que hacer esto?

- Si, o si no... alguien puede morir...

+ No me da miedo la muerte.

- Anda, vamos, porfa-please... es tú mayor fans... 

+Está bien... Gaby, cómo veo que eres una de mis fans desde el principio te deseo un feliz cumpleaños y espero qué te halla gustado mi felicitación... Esto... no sé me da muy bien pero... qué este día hayas ganado muchas batallas contra monstruos feroces y por último, sigue hacia adelante. Recuerda, nunca abandones un sueño por nada en el mundo por qué uno, si lo desea con fuerzas y lucha, lo conseguí. Y hasta aquí mi felicitación. ¡Muchas felicidades!

Aquella brisa le agradaba, era lo único que le hacía que no pasara tanto calor.

En el camino -sin rumbo alguno-, se topó con seres fantásticos. Observó como las flores reían y cantaba junto con aquellos bichos que parecían mariposas, aunque al acercarse se fijó en aquellas diminutas personas con alas, eran hadas. También los árboles silbaban una bella melodía acompañado por el susurro del viento.

Por los aires volaban pájaros curiosos, unos idénticos al fénix que hace unos pocos días se encontró, pero estos eran de menor tamaño. Al estar observando cómo volaban aquellas criaturas, le vino en la mente que estaría haciendo Heldika… Cuando Shiva murió, ésta no se separó del cuerpo, es más, ni se vino con ellos para volver a la base.

Pasó cerca de un estanque y se percató de una flor muy curiosa que flotaba por aquellas aguas. Rick se acercó con cuidado, se agachó y alzó una mano –sin soltar a Nubila entre sus brazos- en dirección hacia aquella flor.

Nada más tocarlo se hundió y pocos minutos salió un niño de color verde. Se mostraba una calva que se encontraba llena de agua, tenía la boca de color amarillento como si se tratase del pico de un pato, a sus espaldas llevaba una especie de caparazón de un color más oscura que su piel. Era como una mutación entre niño, rana,  tortuga y hasta de un pato; pero lo que Rick no sabía, que se trataba de un kappa.

-          ¡Hola!- saludó amistosamente aquel bicho verdusco

-          Esto,… hola.- aún se encontraba en un estado de shock en asimilar que aquel bicho le hablase.

-          ¿Tienes pepinos?-preguntó el kappa.

-          ¿Qué?

-          ¿¡Qué si tienes pepinos!?- empezó a gritar como un histérico.

-          Creo que estoy delirando... Si, será eso… tú eres una alucinación… No puedo estar viendo un kappa… no existen… ¡Pero qué digo! He visto elfos, grifos, magia… ¿Y no puede existir un kappa?- suspira – Uff, este mundo me está volviendo loco.

-          Yo sí que estoy loco al escucharte… ¿Tienes pepinos?

-          ¡Qué no!... ¿Oye, no sabrás donde hay una posada o algo?

-          Si no hay pepinos no hay datos.- se cruzó de brazos y apartó la mirada.

Rick nunca tuvo una buena paciencia y está no sería uno de los casos contrarios, es más, se levantó y se marchó aun sosteniendo a Nubila.

-          Pues nada antipático, me voy.- le contestó mientras se alejaba de aquel lago.

Cada minuto que pasaba era agotador, los rayos del sol ya era una molestia para Rick, cuándo se vio sin fuerzas para seguir, una sombra se le apareció.

Ya empezaban a cerrarse los ojos, era inevitable mantenerlos abiertos, era como si una magia hiciera ese efecto. Antes de que se cerraran por completo, pudo observar como una figura se le iba acercando.

Seguía en pie, pero durmiendo y aún consciente. Era algo… ¿increíble? De repente, empezó a oler a muerte, un escalofrió recorrió por todo su cuerpo haciendo que los bellos de los brazos se pusieran de punta.

-          A…Ayuda.- empezó a decir con la voz seca debido a que tenía sed.

-          ¿Debería?- Una voz femenina contestó. No era delicada si no, era una voz más tajante. Con un tono borde que hacía que recordará a pelo chicle.

-          Por favor…- era casi humillante suplicar a un desconocido, más sabiendo que se trataba de alguien tan borde.

-          Cuándo veas a las hadas volar, síguelas. Nunca lo dudes y llegaréis a un templo, ahí, podéis refugiaros.- Hizo una breve pausa y lo dedicó en observar a la mujer azul que sostenía el chico.- ¿Nubila?... Así que es eso por lo que falle… - murmuró.

-          Repite lo último… hablaste tan bajito que apenas te escuche…

-          Nada. Tú solo sigue a las hadas…ellas te guiaran… Bueno, me despido por el momento. Pero sé, que algún día,… joven Redfrod…, nos volveremos a ver.

Aquella aura maligna desapareció. Rick se desequilibrio casi cayéndose al suelo pero pudo aún mantenerse en pie. Sus ojos empezaban a abrirse, aquel sueño desapareció. Su cuerpo tiritaba sin motivos, el olor a muerte también se esfumó… Todo había sido tan raro.

<< ¿Seguir a las hadas?… Habrá sido... ¿un sueño? Bueno, no hay nada que perder…>>

No muy lejos, empezó a ver hadas. Estas reían y volaban de un lado a otro… No tenía mucho sentido seguirlas… Pero de nuevo, aquel instinto que tuvo hace meses, hizo que las siguiera.

Las siguió con cuidado, sin que ellas se enteraran… Cada vez que se adentraba más al bosque, la luz fue haciéndose más clara, lo que permitía una mejor visualización sobre el terreno en el que iba; hasta llegar a un lugar abierto, rodeado por gigantescos árboles.

Rick dio varias vueltas sobre sí mismo, aún manteniendo entre sus brazos el cuerpo débil de Nubila.

Tuvo un sensación extraña al estar en aquel lugar, era nostalgia, recuerdos apagados que por más que quisiera recordar no llegaba nunca a nada.

Cuándo quiso darse cuenta, en medio de aquel sitio abierto se encontraba una especie de templo. Parecía un templo griego, con aquellas columnas y sus decoraciones.

No lo pensó ni dos veces y se metió en aquel edificio. El interior era bastante amplio, con unas escaleras que conducía a una enorme puerta. A los lados de las paredes más columnas dóricas y una gran alfombra en el medio de un color granate. Se percató de un enorme gong al fondo de la sala, varios cuadros adornaban las paredes, ni se molestó en mirarlas. Colocó el cuerpo de Nubila sobre un pilar, seguía inconsciente.

De repente, entre aquel silencio incómodo, empezó a escuchar risas de niños. Se giró rápidamente y ahí los vio, corriendo y jugando, siempre manteniendo aquella sonrisa. A la vez que a él se le iba dibujando una sonrisa, aquella imagen de los niños se iban disipando, solo era un recuerdo y aquella sonrisa se convirtió en una sonrisa melancólica.  

Salió afuera, necesitaba despejarse. Aquella sensación era tan extraña que no sabía ni lo que le pasaba, pero, justo al salir, abrió los ojos al ver aquella figura, la de un chico.

Un chico con un cabello largo que gran parte de su rostro lo tapaba un sombrero. Estaba tendido en el suelo, entre las flores. Tenía sujeta en su mano derecha una flor al que parecía olerla delicadamente, curiosamente una mariposa se posó en ella sin percatarse de la presencia de aquel muchacho. Llevaba una gran gabardina de un color marrón clarito, es más, todos sus ropajes hacia que le recordase a un sheriff del viejo oeste.

-          ¿Quién eres?- preguntó Rick sin dar más rodeos.

-          La pregunta sería… ¿Quién eres tú?- se iba levantando, colocándose a una postura parecida al de los indios al sentarse.

-          ¿Yo?... Buena pregunta.- quedó en la confusión, ni él mismo sabía quién era realmente… hace unos meses pensaba que era un simple humano triunfador y no un humano relacionado con la magia.- Me llamó Rick, es lo único que estoy seguro de mi existencia.

-          Yo soy Becker. Y custodio aquel edificio dónde acabas de salir.

-          Umm, esto… vale. Otra pregunta, ¿eres un sheriff?

-          ¿Un qué?- Becker quedó anhelado hacia aquella pregunta, parecía no saber el significado de esa palabra.

-          Un sheriff, esos del oeste… Qué siempre llevan una estrella colgada en el pecho…-No obtuvo respuesta.- Bueno… que incomodidad, ¿no? Jajaja. ¡Por cierto! Hay una mujer que necesita una pócima de fortalecimiento… ¿No tendrás uno de esos no?

-          ¿Eres un mago negro? Por qué hablas como uno…- se iba levantando, dirigiéndose al interior del templo.

-          No que va.- empezó a seguirle.- Pero sí tengo un amigo, Lirfo, un elfo.

Ya una vez dentro, Rick se dio cuenta de que Nubila ya no yacía en el mismo lugar donde la dejó, pero aún sentía su aura cerca, muy cerca…

-          ¡RICK! ¡VOY A MATARTE!- gritó Nubila que se encontraba a sus espalda.- ¿¡Cómo osas a traerme a un templo!? ¡Gente como yo odiamos los templos! ¡¿Nos hemos pasado trillones de años en uno y me traes aquí?!

-          Yo... esto… ¿lo siento? ¡No lo sabía!- se limitó a decir.

-          ¡Pero si eres azul!- aclaró Becker.

-          ¡Y tú eres un desteñido! ¡Así que menos con mi piel!-estaba furiosa, pero poco a poco se iba calmando y volvía a poner aquella cara enfermiza.- ¡Aish! Me… encuentro mal…- se desplomó en el suelo.

-          Da miedo…- afirmó Becker.

-          Da mucho miedo mi querido sheriff…- le corrigió

-          ¡No me llames así! Y bueno, ahora a inyectarle la poción.

*          *          *

Caminaban por el sendero, dirigidos por aquel minotauro. Naol entablaba una conversación con aquella criatura, intentó acercarse para escuchar más claramente el tema que tanto parecía interesarle, pero lo único que pudo escuchar fue algo de un ‘templo del rayo’, dedicado al dios soberano de todo el olimpo, Zeus.

-          ¡Toby! ¿No sabes que está mal escuchar conversaciones ajenas?- le regañó Leiya mientras le sacaba la lengua cómicamente.

-          Creí que hablaban sobre Rick…- su rostro mostraba preocupación y cierta tristeza.

-          Estará bien… Esperemos.-intentó animarle.

Todos pararon enfrente de una gran espesura de árboles, habían llegado al final del camino.

-          Bueno, tener suerte en vuestro viaje.- se despidió el minotauro que les guiaba.

-          Gracias de nuevo, Mino.- comentó Naol mientas hacia una pequeña reverencia

-          Ahora adentrémonos al templo de los Hyrius.- ordenó Kristal seriamente.

Lo árboles no permitían la entrada suficiente para que hubiera luz y pudieran ver mejor. Todos caminaban en fila, excepto los niños que se encontraba detrás de Kristal cogidos de la mano.

Caminaron casi sin rumbo, sabían la dirección pero la escasa luz hizo que se perdieran. Toby se desvió del camino y acabó cayéndose en un estanque.

El agua era tan cristalina que daban ganas de meterse en ella. Varios nenúfares asomaban por el agua y bellas mujeres cantaban encima de una roca. Aquellas mujeres poseían una belleza incomparable, la única pega sería aquella gran cola de pez que tenían desde las caderas para abajo, aquellas criaturas se le daban el nombre de sirenas.

-          ¡Sirenas!- gritó Leiya- Son hermosas…

-          Las sirenas… son peligrosas, ¿no?- preguntó Toby.

-          Éstas no, Toby.- aclaró Kristal.- Estas son sirenas de agua dulce, suelen ser más simpáticas que las del agua salada, esas sí que son el mismo diablo disfrazado de ángeles.-frunció el ceño.

-          Pero son diablos que están tremendamente sexis…-comentó Dereck apoyado en el hombro de Kristal.

-          Sigamos, va anochecer.- Intervino Naol que seguía serio pese al bello canto de aquellas sirenas.

Todos empezaron a marcharse, excepto Toby, que continuaba observando aquel acontecimiento. Justo cuando ya decidió marcharse, algo hizo que se retuviera aun esperando, una figura que asomaba por aquel lago, la de un kappa.

-          ¡Hola! ¿Tienes pepino?- saludó cordialmente aquel kappa.- Espero que tengas, ya que un humano loco con ojos de rayos y aura electrizante no quiso darme… Es malo…

-          ¿Qué? ¿¡Rick!? Esto… ¡¿Dónde se fue?!- se alteró

-          No diré nada si no hay pepinos.- cruzó los brazos.

-          Está bien, mirare que tengo.- empezó a buscar entre su mochila dónde equipaba todo sus utensilios de comida como tenedores, cuchillos, sartenes, alicates, etc.- Mira, ten, mi último bote que contiene pepinos. Pero… no te lo daré si no me dices más información sobre Rick.

Pero, justo en el momento, el pequeño kappa salto al exterior, manteniendo agua en el orificio que tenía en la cabeza, parecía enfadado.

-          ¡Quiero pepinos!- empezó a gritar.

Corrió hacia Toby pero de inmediato Silker se colocó enfrente y agarro al pequeño bicho verde.

-          No sé por qué estos bichos aman tanto comer pepinos…- preguntó Toby

-          Mejor que coman eso que niños, ¿no crees?-le dedicó una sonrisa.- Y ahora tú, pequeñín. Dime todo sobre el chico que vistes antes y te prometo, que obtendrás los pepinos como recompensa.

Pareció que el pequeño kappa empezó a meditarlo, hasta que decidió a hablar.

-          Le vi hablar con una mujer, una mujer que traía la muerte… Y el chico después se marchó, se marchó y no volvió.- aclaró

-          ¿Hacia dónde?

-          Se dirigió… a su verdadero hogar…

*          *          *

Correteaban de un lugar para otro, eran como dos torbellinos. No paraban de correr, jugar, reir, molestando a aquella mujer que barría el edificio.

Su imagen era bella, le faltaba color, era muy pálida; pero sus ojos azules expresaban libertad, como si mirase un cielo sin nubes.

-          Chicos, jugar a fuera.- ordenaba con una delicada sonrisa.

Los niños no contestaron pero la hicieron caso, siguieron jugando al pilla-pilla en el exterior. Cuándo, el niño más mayor salió se chocó contra algo, mejor, alguien.

Jack alzó la mirada hacia aquel que pertenecía aquella gran barriga, sin ninguna duda era Rajrock.

-          ¡Abuelo!- gritaron ambos niños.

-          ¡No me llaméis abuelo!- les pegó dos collejas a los dos.- Llamarme tío, ¡pero abuelo no! Yo aún soy joven… Aish con los niños de hoy en día…-aclaraba mientras se dirigía hacía la mujer.

Ambos niños se miraron y se empezaron a reír. Sin dar más rodeos corrieron hasta adentrarse en el bosque.

-          ¡Jack! Espera, no puedo correr más…

-          ¡Vamos Rick! Eres más lento… ¡Pues voy solo!

-          ¡No! Voy, voy… ¡espera!

Rick perseguía a Jack, pese que seguía cansado. De pequeño, sus ojos eran como dos platos, tan grandes  y tan profundos que si te ponías a observarlos podías ver como unos destellos semejantes a los rayos se le reflejaban en los ojos. En la mejilla de éste, tenía una gran tirita; su pelo era corto y peinado de punta como lo llevaba ahora. En cambio Jack, lucía una gran y lacia melena, con sus ojos azules, parecidos a los del Rick pero sin aquel detalle de los rayos.

Jack aflojo la marcha sin que Rick se diera cuenta y pudiera alcanzarle, en el fondo era bueno con su hermano menor.

Llegaron a su destino, justo enfrente de un gran árbol con dos enormes ojos y una nariz gruesa y regordeta.

Se encontraban al lado del cauce de un río –dónde cuya agua era tan cristalina y pura que daban ganas de nadar ahí- que seguramente pararía en desembocar en un lago. El árbol era de gran altura, con varios rasgos de ser el más viejo de toda la zona.

Alrededor de éste, muchas flores del color del sol alegraban aquel lugar. Todo era tan bello y tan iluminado que era lógico que se convirtiera en la “base secreta” de los niños.

-          Con qué… habéis venido…-aquel árbol tenía voz de anciano, quitando que hablaba lentísimo y entre frase y frase hacia una gran pausa.

-          ¡Eis, viejo roble!- saludó Rick guiñándole un ojo

-          ¡Respeta a los mayores!-le pego en la cabeza su hermano- Si sigues con esa conducta, papá te pegara como el otro día.

-          Ñiñiñi.- empezó hacerle burla.- Pero si Cauque sabe que le tengo respeto, ¿a que sí Cauque?

El gran árbol rió, fue tal risa que hasta parte de la tierra empezó a temblar. Rick, cayó de culo sobre el suelo pero una rama de Cauque le hizo volverse a poner en pie.

-          ¿Vais a volver a intentarlo?- dijo Cauque mientras esbozaba una sonrisa, pero sin señales que tuviera algún diente.

-          ¡Claro!- comentó alegremente Rick mientras le sacaba el dedo pulgar en muestra de una victoria.

Sin decir más, Jack empezó a trepar por Cauque. Hacía tiempo que se entrenaba a escondidas para trepar al árbol más grande y viejo de toda Kiria, hasta se había dejado las uñas largas para poder trepar mejor.

En cambio, Rick, solo mantenía duros entrenamientos de parte de su padre, pero para nada en el tema de la escalada. Rick… hacía como trampa, se sujetó en la gran nariz de Cauque para poder subir mejor. Años anteriores, Jack se hubiera quejado, pero había madurado.

Jack ascendía rápidamente, valió la pena aquellas noches dónde se escapaba para trepar sobre la hija de Cauque. Deseaba con todas sus fuerzas llegar hasta la cima y, por fin, solo quedaba una rama más… Pero en el momento justo, se iba desmayando haciéndole caer a una altura de más de dieciocho metros.

<< He vuelto a fallar… ¿estaré muerto?...>> Recuperaba la conciencia, abría con cuidado los ojos procurando que los rayos de sol no le afectara tanto. Una vez teniéndolos bien abiertos, lo primero que observó fue el rostro de su hermano con una gran sonrisa que hacía que se le vieran hasta las caries que tenía.

-          Mira Jack.- empezó a señalar hacia una dirección.

Jack se percató que no estaba en el suelo, si no en una gran rama, la última rama de Cauque. Se levantó con cuidado, casi perdiendo el equilibrio; y, observó las bellas vistas.

Observó todo, hasta el mar infinito, el embarcadero, los bellos prados con flores donde se encontraban las ninfas recogiéndolas, varios xinéf sobrevolándolos y lo que más le gusto… Ver como el sol se escondía a través del hermoso mar cristalino.

-          Lo... ¿lo conseguí?- preguntó Jack

-          ¡Sí! Llegamos a la cima, Jack… ¡Llegamos!

-          Pero… Si me desmayé… ¿Cómo….?

-          Cauque utilizó una rama para que no te quedarás como una pegadita contra el suelo.- le respondió Rick, el cual reía por su comentario.

Pero para la reacción de Jack no fue de enfado, colocó su mano sobre el cabello del enano y lo revoloteó haciendo que se despeinará. Ya le daba igual enfadarse, lo había conseguido, había conseguido observar toda Kiria desde aquella altura… Ese, ese fue su sueño desde pequeño.

*          *          *

Empezó a pasar su mano por aquel viejo tronco, seguía rugoso y más viejo de lo que se acordaba. Aquel viejo árbol le traía grandes recuerdos de su infancia. Y si su memoria no le fallaba, no muy lejos de aquí se encontraría su antiguo y primer hogar.

-          *Cof, cof, cof*Quién…osa a despertarme, *cof, cof, cof*-decía una voz proveniente de aquel árbol parecido a un sauce.

-          Nos hacemos mayo,  ¿eh, viejo Cauque?- comentó Jack sin dedicarle ni una mirada.

-          ¿¡Jack, eres tú!? *Cof, cof, cof* Has cambiado,… te has vuelto un grosero.-replicó Cauque.- ¿Dónde se encuentra, *cof, cof, cof* el pequeño relámpago?

-          Habrá vuelto a casa. No se acuerda de nada, le falla la memoria… ¿No sabrás nada de que madre le borro los recuerdos o algo, no?- le miró con aquella mirada desafiante.

-          *Cof, cof, cof* Con lo educado que eras de pequeño…- sonrió el árbol.- No, tu madre no poseía los poderes en la Tierra, recuerda. Pero, *cof, cof, cof*, si Rick se encuentra en su templo, no tardará mucho en recordar todo su pasado.

-          El templo del rayo, cuyo edificio guarda todo los recuerdos de Rick… Creó, que ya caigo en quién le borro los recuerdos.- hizo una pausa.- Bueno, Cauque un placer volveros a veros.- le sonrió y, se marchó tranquilamente hacia el camino que le conducía hacia su viejo hogar.

Rick & Toby (mero dibujo por mí) también desean un feliz

cumple a Gabiunchi :)