Capítulo 29: Llegamos a nuestro destino, Widox

~Nota de autora: Primero.. Este capítulo iba dedicado a dos personas, pero al final la dejaré solo a una (ya, en mitad del capítulo adivinareis a la otra persona y que no voy a cambiar el nombre ya que tengo más capítulos escritos con él...) 

¡Bueno! ¡Mi querida, mi loquisima lectora, MIREYA! ¡Si si! ¡Este capítulo te lo dedicó a ti por esos comentarios y por qué estás loca! Y para todos los demás solo diré que espero que os complazca la lectura :) ¡Besitos virtuales! 

PD: Como ya veis, sigo escribiendo aunque haya desaparecido por el tuenti ...

Las motos se deslizaban por la nieve, era increíble que aquellas máquinas fueran tan bien sobre ese terreno.

Dereck parecía algo agotado, llevaban medio día viajando; después de aquella explosión que le vinieron de improvisto.

Menos mal que, gracias a Kristal, gracias a su olfato de ladrona se percatara que hubiera pólvora en la base. Pero al mantenerse con vida no le aliviaba mucho a Dereck, ya que muchos de los suyos murieron sin tener alguna oportunidad alguna de escapar…

-          ¿Dereck estás bien? Te notó algo agotado.- habló Toby que estaba sentado justo delante suya, entre él y los controles de Mhiyoto.

-          Yo también opino lo mismo, además, estás perdiendo mucha energía.- se oyó una voz femenina que provenía de Mhiyoto.

-          ¿¡H-Ha hablado la moto?!- se escandalizó Toby.

-          Toby, tranquilo… Mhiyoto es una moto, pero es una moto curiosa, ya que en su interior se haya un Hyrius.

-          No sé si quedarme más tranquilo…

-          Jajaja. Canijo recuerda que soy un medio Ritro.- sonrió cansado.- Aún puedo manejar a las almas errantes.

-          ¿Medio?- susurró Toby.

Las motos eléctricas de esta época, se maneja a partir de la concentración de energía o por magia, es decir, un mago negro/blanco o un Xeivon posee magia y ellos tienen más capacidad de aguantar más tiempo en aquellos automóviles, en cambio un simple humano que solo posee energía en su interior, suele hacer trayectos cortos; esto se debía a la desaparición del petróleo.

Silker tenía cara de pocos amigos, odiaba la tecnología; siempre pensará que por estos rebeldes, qué por su culpa, la oscuridad nació.

*          *          *

Un lugar, dónde todo era alegre, dónde las flores cantaba su canción junto las hadas, dónde el viento hacía de coro con sus silbidos; todo era tan agradable, tan armónico, que pronto acabaría aquella paz.

No muy lejos, por un sendero que conducía hacia aquel poblado, se encontraba ella.

Con su larga melena roja sujeta en una coleta y con ojos rojos como la sangre, vestía con una blusa con una manga que dejaba al descubierto un hombro desnudo; una falda corta pero ligera, era más, parecía una túnica griega. Entre el cinturón de la falda, se hallaba una especie de catana pero con grandes hojas afiladas que daba aspecto a una sierra mecánica.

Su aroma era el de la muerte, parecía que hubiera salido de la primera Guerra Mundial; algo de ella decía que traía la desgracia dónde pisara.

Unos kilómetros más hacia delante, se hallaba un carro tirado por unos animales peculiares, eran como búfalos pero con plumas blancas y grises; a la vez parecía un rinoceronte, ya que mantenía su  tamaño y el cuerpo, pero los cuernos era de un búfalo; se acercaban hacia a ella.

Él que llevaba las riendas se paró para contemplarla, de su boca salió palabras poco cordiales y desagradables. 

La expresión de la chica fue fría, mostró una mueca de asco hacia al hombre.

-          Viejo verde…-dijo entre dientes la mujer de cabellos de fuego.

Más en un acto seguido cogió la espada sin hacer ruido alguno, dio un gran salto, se abalanzó hacia él y con un solo movimiento –aún manteniéndose en el aire- le tajó el cuello. Breves minutos después la cabeza salía rodando por los suelos.

Cuándo la mujer volvió a tocar el suelo, se llevó la hoja de la catana, bañada en sangre; hacia la boca y empezó a lamer la sangre como si fuese un brebaje de curación.

Alzó la mirada hacia el horizonte, hacia Widox. Y con una sonrisa malévola pronunció.

-          Ya es hora que alguien empiece otra Guerra Mundial.

Enfundó la espada y con un andar felino, se dirigió hacia Widox.

*          *          *

Los rayos de sol impactaban contra la cara de Rick, éste, adormecido; intento abrir los ojos. Una vez que tuvo los ojos bien abiertos, notó que no estaba en la nieve, si no en tierra firme.

Los hierbajos que hacían de colchón eran muy cómodos, se volvió a tumbar, observando las nubes y dando alguna figura concreta.

Las mariposas revoloteaban entre las flores silvestres de aquel bello campo. La brisa movía delicadamente los árboles, todo era tan puro.

Cuándo quiso darse cuenta, a sus espaldas, se encontraba Nubila apoyada en un árbol y refugiándose del sol, le miraba con una delicada sonrisa picarona.

-          Buenos días,  joven Redfrod.- le saludó cordialmente.

-          Nubila.- suspiró. En el fondo se aliviaba de que hubieran sobrevivido a aquella explosión.- ¿Dónde estamos?

-          Me temo que nos encontramos perdidos por algún bosque. Pero si mi mente no me falla… Tú, Rick, deberías saber el camino indicado a seguir.

-          ¿Yo? ¿Por qué?

-          No sé… Usted sabrá…

Nubila se acercaba lentamente hacia su posición. Rick seguía sentado en el montón de hierbas, pero cuando NubilaRick fue a cogerla para que su caída no fuera tan dolorosa.

Ya, una vez encontrada entre sus brazos, Rick la notó exhausta. Se supuso que habría sido el consumo de la magia que concentró para salir de aquel aprieto o también, podía ser por el sol que se le pegaba a su bella piel azul.

-          Rick… Yo…- cada vez su voz era más apagada.- Ella… se encuentra aquí…

-          ¡Shh! Tranquila no digas nada.- le dedicó su sonrisa, la sonrisa iluminada y brillante.

Nubila no podía decir una palabra más, estaba muy cansada y no dudo en cerrar los ojos y en tener un largo sueño. Rick la sostuvo entre sus brazos y caminó – sin ninguna dirección concreta- por el bosque.

*          *          *

Aquella brisa salada era insoportable. Las gaviotas, o eso se suponía que eran; no paraban de piar en todo el día. Su cabeza iba estallar.

A su derecha se encontraba Dereck, junto con Toby y Mhiyoto, parecían establecer una conversación decente, o eso parecía. A su izquierda Silker, observando como las olas del mar golpeaban el barco donde se encontraban.

Hacía pocos minutos que se habían desembarcado, suerte que entre la base de los rebeldes y entre el  embarcadero hubiera tan poca distancia.

Solo quedaba un par de minutos para embarcar a Widox. Una tierra conocida por los orígenes de los Hyrius, también conocida por los la relación entre habitantes mágicos y simples humanos.

Al ser el único pueblo donde alguien podían encontrar a seres mágicos viviendo en paz con humanos. Pero eso no significa que todos los humanos despreciaban aquellas “criaturas”, solo que en poco poblados se podían encontrar a ambas especies juntas; ya que, solían en vivir en especies de manadas de su única especie –sobre todo los seres mágicos-.

 La verdad es, que hasta Kristal tenía cierto pavor hacia aquellas “bestia”, así era como ella los nombraba… Pero al conocer a Lirfo, se dio cuenta que no hay tanta diferencia entre aquellas razas.

-          ¿Estás bien?- oyó aquella delicada voz a su lado, inmediatamente la reconoció.

-          Shiva…

Alzó la vista hacia su lado, en efecto era ella. Kristal se sorprendió, era increíble que aún viviera, que se encontrara ahí, a su lado…

Pero algo iba mal, si ella estuviera viva en verdad… Dereck y Silker lo hubieran sabido antes que nada, más si se encontraba ahora mismo abordo.

-          Eres solo una ilusión óptica…-suspiró.- ¿Por qué? Por qué te fuiste entregando tu vida a otro… Hay gente que te necesita.

-          Yo siempre estaré con vosotros...

-          Pero,… yo te necesito y más ahora… Tú,… te convertiste en mi mejor amiga.

-          Kristal…- Kristal seguía observando aquella silueta, seguía pálida pero, aún guardaba aquel aura cómodo en su interior. <<Parezco una estúpida hablando sola>> Dedujo.- Mi sueño es ver a la gente sonreír, que estén felices… También hay gente que necesitaba a Lirfo, ¿no crees?

-          Lirfo…- escupió pelo chicle.

-          ¡No seas así! Todo el mundo tiene derecho a vivir y nadie tiene el derecho de arrebatársela. Ya sé que en estos momentos la civilización no es muy agradable, cada uno piensa en uno mismo… Pero los Ritros solo piensa por el bien de los demás, por establecer la paz aquí… Kristal, ayúdame… Ayúdame a cumplir mi sueño.

-          Shiva… No sé si puedo….

-          ¿Si puedes a qué?- aquella voz no era la de Shiva, si no era algo más aguda,… Leiya.

-          ¿Ehm?- miró a ambos lados, buscando aquel “espíritu”- Habrá sido parte de mi imaginación…-dijo por lo bajo.

-          Kristal... ¿ocurre algo?- comentaba Leiya.

-          Esto… nada Leiya, nada.- miró al horizonte.

El barco dio un pequeño temblor, habían embarcado, por fin llegaron a Widox. Todos los pasajeros salieron al exterior, nada más salir observaron el paisaje.

La arena del mar era tan fina y tan dorada que daban ganas de tumbarse, el agua era cristalina, era un bonito paisaje. 

Después del embarcadero se encontraba un pequeño sendero que llevaba al poblado, ahí los habitantes les indicarían el camino hacia el templo de los Hyrius.

Cerca de la playa, había palmeras de grandes dimensiones, todo era tan tropical.

Mientras, los demás iban caminando por el camino hacia el poblado, Dereck y Toby charlaban, o mejor parecía tener una pequeña discusión.

-          ¡Por favor tú te llamas “cocinero”! ¡Los huevos de fénix se le echa polvo de hada doradas!

-          ¡Tengo más experiencia que tú, rubiales! ¡Y los huevos de fénix están mejor guisados con leche de minotauro!

-          ¡Tú también eres rubio!

La verdad que de interesante no había mucho. Los huevos de fénix no eran realmente sacados de estos animales, ya que es un animal legendario, estos huevos son producidos por pájaros que hacen una pequeña imitación a aquel bello animal, el fénix. Lo único en que se diferencia un fénix y los xinéf- que es así como se llaman- era en el tamaño y en que lo xinéf varían de color.

-          Mira Toby, ves aquel de en frente.- señaló a un compañero suyo.

Aquel compañero era peculiar para ser un rebelde, vestía con un traje elegante, de un color azul oscuro, tenía algunas facciones asiáticas- como el típico punto de color negro en la frente-, y el pelo echado hacia atrás por un líquido pegajoso.

                            

-          Amm… ¿Y qué?- resaltó la última palabra.

-          Ese sí que es un cocinero, por eso es nuestro  chef. Se llama Naol.

-          ¿Es tu amigo?- preguntó con curiosidad.

-          Es mi mejor amigo, es peculiar a lo demás,  eso hace que se convierta en mi mejor amigo.

-          ¿Y Kristal también es tu amiga?- Silencio. Dereck provocó un gran silencio, pareció meditar su respuesta.

-          Ella… Yo la consideró algo más que una amiga.- Dereck apoyó su mano en el pelo de Toby, despeinándolo.- Es una relación como… tú y Leiya.- le guiño un ojo.

-   ¡Qué insinúas!- gritó con las mejillas enrojecidas.

El camino les resultó corto, pero una vez que llegaron al poblado de Widox… notaron cierta inquietud por aquel ambiente.

Las casas -sí se podía llamar así- ceñían un color carbón, como si hubiese pasado un incendio; lo más extraño era, no ver muestra de fuego, de carbón, cenizas por ningún lado.

A parte aquel lugar estaba deshabitado, sin ninguna presencia de vida por aquellas calles. El viento arrastraba los papeles de los suelos hasta algo de arena. Todo era tan deprimente.

La ladrona de cabellos rosados, caminaba por aquellas calles desérticas. Tenía la intención de entrar en algunas de las casas, a saber si era por investigar o solo para confiscar objetos valiosos; pero alguien la paró, era Naol.

-          No está bien entrar en casas ajenas. – comentó.

Kristal se dedicó a mostrarle una mueca de desagradecimiento junto con un “delicado” gruñido.

-          Y me lo dice uno que forma el grupo de los rebeldes.- atacó

-          Sabes atacar en el punto débil, por lo que veo.- sonrió.

El tintineo de un sonido metálico les alertó, por intuición se giraron rápidamente y, observaron a millones de ciudadanos “señalándoles” con varias armas: antorchas, espadas, mazos de hierros, etc…

Naol alzó la mirada hacia sus compañeros y observó que ellos también se encontraban en las mismas condiciones.

-          Esto lo arreglo yo.- dijo desafiadamente Kristal mientras desvainaba con cuidado su espada.

-          Detente. Esto hay que arreglarlo civilizadamente.- la detuvo.

Naol fue caminando hacia aquellas personas. Kristal le miraba extrañado, pensaba que estaba cometiendo una locura acercándose a ellos desarmado e intentando establecer una conversación pacífica.

Kristal no era la única que pensaba eso, todos lo pensaban, excepto Dereck que mantenía una sonrisa en su rostro pese a las condiciones que se encontraban.

-          ¡Dereck ayuda a tu amigo! ¡Le van a matar!- gritó Toby quién, se encontraba algo asustado.

-          Tú tranquilo y observa chavalín, observa a un verdadero cocinero.

Toby, confuso, se quedó observando lo que iba a pasar. Aún temía por la vida de aquel personaje.

-          Señores, nosotros solo venimos para que nos indiquéis el camino hacia el templo de... .- le arrojaron una lanza pero gracias a sus reflejos y a unos movimientos de pies, lo esquivó.- ¡Arg! Odio que no quieran hablar… Haber señores que...

-          ¡Cállate extranjero! ¡Solo queréis matarnos a todos como hizo la otra extranjera!- contestó un minotauro que rápidamente se abalanzó hacia Naol, sosteniendo entre sus manos un mazo de hierro con púas.

Naol se metió las manos en la chaqueta del traje y fue esquivando cada embestida que le propinaba aquel minotauro. Hasta qué, se agachó esquivando un golpe, estiró la pierna derecha, y empezó a girar sobre el suelo, haciendo un movimiento parecido a la de una peonza, pero con el fin de hacer caer a su rival.

Después, Naol se levantó en un salto y apoyó su pie derecho sobre el cuerpo del minotauro que yacía inmóvil en el suelo. Había realizado todo eso sin la mayor necesidad de la utilización de las manos.

-          ¡Qué pasada!- gritó de nuevo Toby quién se encontraba alzando los puños por la emoción de aquel espectáculo.

Kristal, patidifusa, seguía con la boca abierta por la sorpresa de aquel personaje. <<Y parecía estúpido>> Se decía.

De repente varias armas cayeron al suelo, los ciudadanos las estaban soltando; significaba que por fin les creían.

*          *          *

Pasaron varias horas. Los chicos se encontraron en el interior de una de las casas que tampoco sobrevivió mucho al desastre.

Algunos rebeldes aguardaban a fuera, aún estos no se confiaban mucho de aquel pueblo.

Mientras los otros se encontraban sentados en una mesa rectangular, escuchando lo que le decía el minotauro.

-          Ante todo discúlpeme por haberle atacado.- se dirigió a Naol.- Veréis, no hace dos días fuimos atacados por sorpresa por un extranjero.

-          ¿Extranjero?-pregunto confusa Leiya.

-          Es así a como los llama a los que no residen aquí y vienen como turistas.- explicó Silker que permanecía serio a lo que les contaba aquel minotauro.

Aquel minotauro era robusto con varias tonificaciones musculares, parecía ser como el cabecilla de aquel poblado. Aún Silker seguía sin comprender como Naol pudo acabar con aquella criatura que le sacaba tres cuerpos.

-          ¡¿Pero cómo qué todo esto lo hizo un hombre?!- preguntó Kristal.

-          Nadie dijo que fuese un hombre quién nos hizo esto… Es más, fue una mujer de cabellos rojos como sus ojos.- Hizo una breve pausa.- Aún tiemblo al recordarla, su mirada, aquellos ojos rojos… aterraban…- El minotauro posó su mirada hacia una foto.

-          ¿Es su hijo?- pregunto Dereck- ¡Ey! Pues es gracioso el canijo, jajaja. ¿Dónde está ahora?

-          Está muerto- contestó Naol fríamente- Y aquella mujer no es humana, ¿no?

-          ¿¡Cómo lo has sabido!?- se levantó de golpe la criatura- No es humana, es un Pertigión, ella... arrebató la vida de mi hijo.

-          Me lo había figurado.- comentó Naol.

-          ¿Y entonces… quién es?- preguntó intrigado Toby.

-          Se trata ni más ni menos de Ashtath, la Pertigión del fuego y la guerra… Hija de dos hombres y una mujer…