Capitulo 28 : Esto no es el final.

<< Ya hace mucho tiempo de eso… No creo que Rick y lo demás me odien por no contárselos… Yo huí de mi pasado, no porque lo odiaba, sino porque era lo mejor. Nadie me hará cambiar de opinión, excepto… ella, Leiya.

¡Já! No sé cómo puedo tratarla como una hermana… aunque tenga la imagen de mi madre, ella es… ESPECIAL.

Maldigo la hora en que padre la creo, no la odio que exista y fallará el experimento de salvar la vida de mi madre… Sino, ahora por culpa de ese… “señor”, a quien llamaba padre; ella sufrirá.

Es la única que sabe mi verdadero yo, de dónde provengo, cómo me convertí en lo que soy, una simple ladrona. >>

Entre profundos pensamientos se invadió Kristal. Con la cabeza cabizbaja paseaba por los pasillos. Varias luces fluorescentes iluminaba todo el recoveco.

<< También han pasado muchos años de esos… y de lo que me fue más doloroso; ver las muertes de mis familiares.

Ellos murieron por culpa de ese… De Silker. ¡No puedo perdonarle! Pero me cuesta dejarle de mirarle… Él me ayudado en muchas otras ocasiones, si… pero…

¿Y Dereck? Aquel desgraciado medio Ritro. Lo que hizo él tanto como lo que me hizo Silker… son imperdonables… >>

Kristal seguía caminando como si fuese un zombie, ya que su mente estaba en otra cosa y no vigilaba por dónde caminaba.

Pasó al lado de una puerta, eso hizo que se distrajera de sus pensamientos. La puerta era peculiar, no era tecnológica avanzada, era una simple madera con un manillar.

La curiosidad mató al gato. Llevó una de sus manos hacia el pomo, pero con solo rozarlo se abrió escasamente.

Kristal, extrañada de que la puerta ya estuviera abierta, quiso entrar, pero algo la retuvo a que no lo hiciera: una conversación.

-          Toby, ayúdame… Corta más por allí y por allá. ¡No tanto!- Aquella voz… sin duda era tan fina y nasal, que era tan obvio de que se trataba de Leiya.

-          Leiya… Intento hacer lo que puedo… ¡Además los cuchillos de cocina no sirve para cortar esto! Madre… te crece cada vez más rápido. ¿Qué tal llevas los estornudos?- Y éste, era la voz de Toby.

-          ¿Crece más? Los estornudos ya voy mejor… Mientras no estornude no pasará nada. Espero que no se entere Kristal.

-          ¿El qué debo no enterarme?- No pudo evitar entrar.

 Los ojos de Kristal se pusieron en blanco al descubrir lo que hacían. Contemplo la escena momentáneamente.

Toby sostenía en su mano izquierda el cuchillo, era zurdo. Con la mano derecha agarraba una larga melena de Leiya, que por arte de magia crecía sin descanso.

-          Kri-Kristal.- dijo entre sollozos la hermana pequeña.- No sé lo que me pasa… ¡Cada vez qué estornudo provoco algo! ¡Y aparecen pétalos de la nada! ¡Y encima me crece el pelo rápidamente! ¿¡Qué hago Kristal!?- echó a llorar. 

-          Leiya… -susurro Kristal.- Aún no sabe controlar sus poderes…-susurro y se dirigió hacia Toby.- Dame el cuchillo, por favor.

Toby obedeció sin rechista y le entregó con cuidado el cuchillo. Después de eso, Kristal fue hacia Leiya quién seguía llorando.

Kristal se agachó y la abrazó delicadamente, y con una mano le acariciaba la nuca para que se tranquilizará.

-          Shh... No va a pasar nada. Hablaremos con Lirfo y qué nos ayude a ambas.- se alejó de Leiya y le mostró una delicada sonrisa.

-          ¿Ambas?- preguntó desconcertada.

-          Yo también quiero manejar las artes mágicas.- Se levantó y cogió de la mano a su hermana.

-          ¡Espera!- se puso en medio Toby.- ¿Lirfo está vivo?

-          Ah, claro… No estabais.- suspiro de nuevo.- Toby, Lirfo ha resucitado gracias a…

-          ¿¡A quién!? ¿Rick está bien?- Kristal notó que el niño cada vez se alteraba, en sí estaba preocupado por sus amigos, aunque en especial en Rick.

-          Rick está perfectamente, creemos.- No le mintió- En cambio Shiva… ya sabes, fue gracias a ella a que Lirfo esté aquí con nosotros.

Silencio, todo se quedó en un profundo silencio. Shiva había muerto, eso tenían que asumirlo desde ya. Aunque no lo pareciera, Kristal estaba dolida por la pérdida, pero no quiso mostrarlo, seria de cobardes hacerlo.
Toby mostró cierta tristeza en sus ojos, aunque él ya sabía lo que se siente uno al perder a alguien cercano; Leiya, seguía siendo tan inocente que a penas se daba cuenta, en el fondo se quedo atolondrada pero la noticia de que Lirfo estuviera vivo le animo, un poco.

La muchacha de cabellos rosados cogió a Leiya y se la llevó fuera de la habitación, Toby las seguía con la cabeza agachada, recapacitando.

Buscaban a Lirfo, él sabría la clave para ayudar a controlar los poderes de Leiya.

Caminaban en silencio. Nadie se sintió incómodo por eso.  Pasaron por al lado de una sala, dónde las puertas se abrieron de par en par, era inevitable no mirar en su interior.

Y ahí estaba él. Apoyado a una barra metálica y de espaldas. Aquel gorro y esos cabellos rubios que se le salían, eran fácil reconocer a quién pertenecía, Dereck.

Kristal soltó de golpe la mano de Leiya y se quedó embobada mirándole. Él parecía no haberse dado cuenta que le observaban.

-          ¿Seguimos buscando a Lirfo, Kris?- preguntó Leiya

-          ¿Ehm? ¡Ah, sí, sí! Iros adelantándome, ahora iré yo.

Los dos niños se miraron y entre un breve silencio asintieron ambos y se largaron.

Kristal entró en aquella habitación. Puso los ojos en blanco al ver aquel bello acontecimiento.


El suelo emitía una ligera luz blanca, las paredes y los techos eran invisibles, se podía observar atreves de él el exterior. Era como una cúpula, del cielo caía brillantes copos de nieve.

<<Precioso…>> Dijo Kristal entre sus pensamientos. Ésta se acercaba con pasos lentos hacia Dereck. Sin quitar la mirada del cielo, observando como descendía poco a poco la nieve.

Ya una vez que se encontraba al lado de Dereck, con el susurro del viento, los copos de nieve que brillaban por la luz, todo, se quedó en un intenso silencio.

-          Nunca… Me imaginé que Shiva… muriera antes que yo.- dijo secamente el chico de cabellos rubios.

Kristal le dedicó una mirada, pero al ver que este también lo hacía se giró rápidamente y siguió observando el paisaje, sin decir nada.

-           Me niego en pensar que está muerta.- siguió observándola.- ¿Sabes? Siempre vengo aquí para meditar. Es un lugar tan tranquilo…- desvió la mirada hacia el paisaje.

Kristal abrió los ojos e hizo que su mirada se clavara sobre el rostro de Dereck, aunque éste no tuviera valor para retener la mirada.

-          ¿Meditar?- escupió.- ¿También viniste cuándo me hiciste eso?

-          Kristal… ¿Cuántas veces te he dicho que me arrepiento de aquello? ¡Fue mi mayor error!- se dirigió hacia ella y esta vez sin apartar la mirada de sus ojos verdosos con tonos azulados a la vez.- ¿Podrás perdonarme algún día?

-          Podría perdonarte…

-          ¿Pero?

-          Jamás olvido.- aquel tono seco impactó de nuevo a Dereck.

El viento hacia que las ramas de los árboles cercanos bailaran, a la vez que provocaran una melodía.

Ambos se miraban, ningún apartaba la mirada. La nieve seguía cayendo de los nubarrones oscuros.

-          Ni yo puedo olvidar. No puedo olvidarte. ¿Sabes que es tenerte siempre en mi cabeza? Kristal, yo te conozco más que nadie. ¡Más que Silker! Yo fui el primero de sellar mis labios sobre los tuyo y pienso ser el único.

Kristal se quedó aturdida de lo que oía. No podía creer que aquel que le hablaba así es Dereck. No hace más de una semana que se volvió a reencontrar con él. Y no hace tan poco tiempo que su corazón empezaba dudar.

Dereck se acercaba lentamente hacia ella. Posó sus manos en los hombros de Kristal, acercando su cuerpo junto al suyo.

Cuando ya quedaba escasamente un centímetro para que sus labios se rozaran, Kristal impactó su rodilla contra las partes bajas de él, haciendo que Dereck se apartará bruscamente de ella.

-          Tampoco debiste olvidar, qué si me besas sin mi consentimiento, te pasaría eso.

-          ¡Dios Kristal cómo te pasas!- inclinó su cuerpo y se llevó las manos en la “herida”.

-          Dereck, no dejes que la situación haga que pierdas la cabeza.

-          ¡Arg! Kristal… ¡Mi hermana murió! No sé,… ¡No sé si lo voy a superar!- gritó histéricamente.- ¡Todo por culpa del hijo de Redfrod! ¡Todos los miembros de aquella familia solo hacen traer desgracias!

-          ¡Retíralo!-le amenazó

-          ¿Cómo? ¿No eras tú quién odiaba a Rick ya que se parecía tanto a….?

-          ¡Cállate! ¡No quiero que vuelvas a decir eso de Rick!

-          Kristal… Yo sé que aún le odias... y no por qué el tema ese del Jack, no, eso solo fue una excusa para no recordara tu hermano, ¿no?

*          *          *

Iba más ligero, caminando por toda la base sin rumbo. Pensando en todo. Todo esto estaba pasando muy rápido.

Sin darse cuenta, acabo en la cocina. Dónde pilló a dos niños toqueteando las herramientas de cocina.

Toby tenía la cara blanca y, entre sus manos, mantenía una bolsa de harina. Leiya observaba cómo su amigo intentaba cocinar con los escasos alimentos que se hallaba en la nevera que, ahora se encontraba vacía.

-          No debéis toquetear lo que no es vuestro.- les regaño Silker pero manteniendo una esboza sonrisa.

-          Solo quería hacer un pastel para alegrar el ambiente.- explico Toby.- Ya nos enteramos lo de Shiva... Lo siento Silker

-          Vamos, iros a lavar la cara…-Quiso cambiar de tema- Por cierto, Leiya, te buscaba tu hermana.

-          ¡Sí! Y nos encontró, pero se paró en una habitación y nos dijo que nos fuéramos.

-          Es bueno saberlo.

Nada más darse la vuelta hacia la puerta, se topó con algo espantoso: una cara iluminada, desnutrida, casi a los huesos; y con unos ojos grises que brillaba aún más por la luz de la linterna… <<¿Linterna>>

-          ¡Lirfo no des estos sustos! ¡Pensé que eras un espectro!

-          Perdona Silker, perdona.- Se agacho colocándose en una posición de noventa grados junto a la cadera.

-          No importa…-suspiró.

-          ¿A dónde ibas?

-          A buscar a Kristal. Oye Lirfo… llevas muerto hace semanas, ¿no tienes hambre?

-          Jejeje… A eso iba a la cocina.- le dedicó una ligera sonrisa justo después que le rugieran las tripas.

*         *          *

Pasaron unos breves minutos. Lirfo mostraba una pequeña barriga, significando que ya estaba satisfecho por la comida; y Silker seguía en un modo pensativo. Hubo,de nuevo; un terrible silencio, Lirfo notó inquieto a Silker, pero Silker también se percató que su compañero estaba preocupado.

-          Lirfo… Eres valiente.- El elfo no contestó.- Te sacrificaste para salvar la vida de Kristal… ¿la amas?

-          ¿Y-yo?- se puso nervioso y empezó a tartamudear.- Si-Silker… y-yo.. pensaba q-que la amaba… P-pero me di cuenta.- pareció tranquilizarse al fijar sus ojos sobre el bocadillo que le hizo Toby.- Que ella no me correspondía.

-          Lirfo…

-          Además.- posa su mano sobre el hombro de Silker.- Yo creo que eres tú quien la ama realmente.- sonríe, sonríe como si fuera Rick.

-          Lirfo, esa sonrisa no te pega. Jajaja.- se limitó a decir.- Mas que yo la ame, ella tampoco me corresponde. ¡Ya se lo dije a Rick! Ella es una ladrona, y yo soy un soldado de segundo rango… No hacemos buena pareja…

-          ¿Y? En el amor no hay barreras, solo que nosotros mismo la construimos… la construimos por puro miedo... Anda, tira para adelante y ten valor a declararte por una vez.

-          ¿Por una vez?...

-          Sé que te gusta, lo vi en tus ojos cuando os conocí en Güierfos.

Le habían pillado. Nada más reencontrarse con Kristal su corazón volvió a latir. Cómo aquel día que estaba dispuesto a que saliera con ella… Aquel día… que ni ella le perdonaría por el acto que cometió, por el asesinato que hizo.

Empezó a andar, andar tranquilamente por los pasillos. Cuando ya oyó la voz de Kristal, estaba preparado para entrar y decirla todo. Echo su último suspiro y con agallas entro.

La puerta se abrió de nuevo de par en par. Y ahí, enfrente, estaba Dereck junto a ella. Él la agarraba de la cintura, estaban muy juntos. Llegó en mal momento.

-          ¡Te dije que me soltarás!- le pego en el vientre, de nuevo; con la rodilla.

Aún no se habían dado cuenta de que Silker se hallaba contemplando el espectáculo.

-          Jajaja. ¿Aún tienes cosquillas verdad? ¡Yo sé dónde las tienes!- Dereck volvió a cogerla y empezar a hacerla cosquillas, hasta que por fin la soltó y miró a Silker.- ¿S-Silker?...

-          ¿Ehm?- Reaccionó.- ¡Oh! Esto perdonar… Yo… Ya me iba.- les dio la espalda y empezó a marcharse.

-          ¡Espera Silker!- quiso detenerle Kristal.- Por Hades… Dereck, has metido la pata.

*          *          *

~ Ya hacía mucho de eso. Por lo menos unos cuantos años. Cuando él tan solo tenía diez años, y por tanto, su hermano siete.

Jack se encontraba en su dormitorio, enfrente de la ventana, estudiando.

Observaba cómo su padre sometía a duros entrenamientos a Rick. A veces envidiaba a ese mocoso. Es más, lo odiaba.

Sin darse cuenta, pasaron varios minutos. Rick y su padre ya se hallaban en la casa, este último apareció en su cuarto.

-          Jack, ¿qué haces?-dijo secamente.

-          Estudio padre.

-          ¿Y eso crees que te servirá en un futuro?- suspira- Tendrías que ser como Rick, lástima que no lo seas.

-          ¡Padre! ¡Yo quiero entrenar también! Pero usted… no me lo permitís.

-          ¿Y cómo quiera que te deje? ¿Te has visto? Eres una escoria, un debilucho. En cambio Rick, será lo contrario. Él es especial.

-          Maldigo en la hora que nació. ¡Jamás pedí ser la oveja negra de la familia!

-          ¿Familia? Jajaja. No me hagas reír. Un debilucho cómo tú, nunca podrá ser de los Redfrod, ¿está claro?

Jack aguantaba las lágrimas. Si lloraba su padre le llamaría ‘nenaza’ o algo por el estilo. De repente, intervinieron en el cuarto Rick y su madre.

-          Arthur,… No te pases con el niño.- se acercó hacia Jack y le paso la mano sobre el hombro.

-          Thunder, no te entrometas.

-          ¡Arthur para ya! Ya no eres él de antes…- el silencio de produjo, Jack pudo observar la incomodidad de Rick.

-          ¡Qué te calles!- la abofeteó.

Thunder cayó al suelo. Rick corrió hacía a ella. El pequeño empezó a llorar, tenía miedo.

-          ¡Madre!-gritó Jack.

-          ¡Arg! Vaya familia de estúpidos. ¡Vámonos Rick!- Rick no se movía, se quedó quieto al lado de su madre.- ¡He dicho que nos vamos! ¡¿Rick estás sordo?!

-          Y-yo… esto padre… No qui-quiero ir…-tartamudeó.

-          ¡Tú te vienes quieras o no!- le agarró del brazo.

Rick ahogó un grito, le empezaba hacer daño. A Jack no le importaba nada lo que le pasará a ese niño, o eso creía.

Todos los días lo mismo, la madre de los niños siempre era abofeteada por aquel hombre, a quién llamaban “padre”. Éste solo tenía a Rick bajo sus entrenamientos, nunca, jamás, le dedico tanto tiempo a Jack. Por eso motivo envidiaba a Rick. Él sabía que no era ningún debilucho, que puede que sea más fuerte que ese enano con piernas. Solo había una pega… Él era un humano.

Jack salió de la casa, enfadado; por una vez por todas tenía ganas de huir de aquella pesadilla. Cogió su mochila y la empezó a llenar de materiales necesario para un futuro, un futuro solo.

Ya tenía todo planeado para escaparse, por fin, por una vez por todas sería capaz de valerse por sí mismo. Se dispuso a salir por la puerta y le dedicó varios minutos para observar a su hermano, qué, se encontraba haciendo las cien flexiones ordenadas por Arthur.

Jack contempló las nubes grisáceas  que pintaban el cielo, iba a llover. Se adentró por un callejón, dónde un par de matones se encontraban ahí.

Más de una vez se topó con aquellos chicos. Siempre le pegaban, le robaban el almuerzo, o le acribillaban a insultos. Y hoy no era ninguna excepción.

Empezaron a pegarle sin motivo. Jack intentó defenderse, pero le ataron las manos con cadenas. Le golpearon con violentas patadas, le aporrearon a puñetazos... Sin duda, era el más desgraciado del mundo; pensó.

Pero, de repente, un rayo impacto delante de los chavales. Empezaron a correr aterrados pero uno de ellos se volvió para coger la mochila de Jack y llevársela consigo.

Empezó a llover, más mala suerte para Jack. Tenía una comisura en el labio que le sangraba, la nariz rota, y varias heridas que brotaba sangre.

Dificultosamente, pudo desatarse de las cadenas y empezó a levantarse. Nada más girarse observó a Rick, quién le observaba en cabizbaja.

Llevaba un paraguas que le protegía de la lluvia y en la otra mano sostenía otro paraguas. Por fin alzó la mirada hacia Jack y le dedicó una delicada sonrisa.

Jack le observo más detalladamente, Rick tenía un ojo morado y varias lágrimas que se caían sobre su mejilla. Rick se acercó rápidamente hacia su hermano y le abrazó, haciendo que soltara los dos paraguas.

-          No te vayas Jack… No nos abandones por favor.- suplico Rick entre sollozos.- Ya se que me odias, pero no me dejes por favor… Te prometo que intentaré no ser un problema para ti… Pero no te vayas, Jack.- seguía abrazándole fuertemente.

-          Rick…-susurro.- ¿Ha sido padre?

-          ¿Hum?- alzó la mirada hacia Jack

-          Quién te hizo eso.

Se quedó en silencio, eso significó un sí. Jack se agachó para alcanzar la altura de Rick, sostuvo sus manos en su hombre y mirando fijamente a los ojos cielos  de Rick y le dijo:

-          Rick, prometo estar siempre a tu lado e impediré que te pase algo.- después de eso lo abrazó. Ya, su odio hacia a él, iba desapareciendo. Pueda qué realmente lo que tenía Jack no era odio, si no celos… ~

Jack seguía pensando en ese momento. Le prometió algo que no cumplió, pero aún no era tarde. Después de ese día, su padre los abandonó, así del día a la noche, como si lo hubiera tragado la tierra... Dejando solo a los niños al cuidado de la mujer, qué se encontraba enferma. Y poco después él desapareció, abandonando a Rick.

Se culpaba de todo. Rick podía haber sido un niño feliz si no le hubiera dejado solo, si no hubiera tenido el don del rayo, que nada la implicase venir a Kiria… pero todo fue en vano, no se puede cambiar el destino.

Algo le interrumpió sus pensamientos, un ruido. Alguien andaba en la base de los rebeldes. Jack se pegó contra la pared y caminó lentamente hacia la esquina que conducía a otro camino, al origen del sonido.

Se asomó con cuidado y, observó a dos hombres vestidos con una armadura negra: El ejército oscuro, no se le podían ver con claridad lo que estaban haciendo, hasta, la luz se fue, habían saboteado los controles del alternador de la luz.

Jack desvainó la espada sin hacer el mayor ruido posible y se adelantó para atacarlos por sorpresa.

Pero, el sorprendido fue él, a sus espaldas se hallaban dos elfos oscuros. Estaba rodeado.

-          Mierda.- dijo entre dientes.

-        ¡Syrfocus!- se escuchó un grito

Y de la nada aparecieron varias bolas de fuegos dirigiéndose a los elfos. Poco a poco el fuego los consumía, pero estos parecían derretirse. <<¿Acaso serán copias echas de cera?>> Se preguntó Jack.

Jack aprovecho para atacar a los dos soldados restantes. Se giró rápidamente alzando la espada y cortándole a uno la cabeza. Él otro que quedaba intento huir pero apareció Lirfo por pura magia.

-          Verus transporte milatium.-susurró con una sonrisa.

Jack pasó su brazo por su cuello, haciendo que se ahogará.

-          Ahora… ¡contesta! ¿Qué hacíais aquí?

El soldado no contestó, se limitó a reír dificultosamente. Jack se enfadaba aún más lo que provocó qué le apretará más casi cortándole la respiración.

-          ¡Contesta o te mataré!- amenazó

-          Boom…-dijo el rehén.

-          ¿Boom?- pregunto Lirfo extrañado.- ¿Qué querrá decir?

Jack medito un poco. << ¿Boom…?>> Abrió los ojos rápidamente y soltó al soldado. Le empezó a dar patadas brutalmente, pero éste seguía riéndose

.

-          ¡Jack cálmate! ¿¡Qué pasa?!

-          ¡Pólvora! ¡Eso es lo que pasa! ¡Nos estaban distrayendo para meter pólvora en la base! ¡Hay que huir! ¡Esto va explotar!

Se alteró, Lirfo permaneció pálido durante unos segundos, hasta que reaccionó y salió corriendo gritando para alertar a los demás. Jack iba tras él, pero antes se detuvo ante el soldado.

-          ¿No veis que sois meros peones a vuestro señor?

-          Sacrificarse es símbolo de valentía. Yo por mi señor haría cualquier cosa…- empezó a escupir sangre- Cómo tú harías por ese maldito crio… ¿Cómo se llamaba? Mmm ¡Ah sí! Rick.

-          ¡Cállate! Ni le menciones escoria.- empezó a sostener la espada de nuevo entre sus manos.- Yo aún no consigo ver en qué hay de especial en sacrificarse por otros… Eso, para mi es de cobardes.

-          Puede… Pero también puede qué tú seas el cobarde…

No pudo decir más, ya que la espada de Jack se encontraba clavada en su frente. Brotando gran cantidad de sangre y creando un gran charco a su alrededor.

*          *          *

Rick y Nubila andaba perdidos por la nieve. Rick ya seguía el camino en pie, aunque era algo complicado caminar por aquel terreno; Nubila seguía lamentándose por su uña rota, parecía que a ella no le costaba tanto como a Rick.

Rick le dedicó un suspiro exhausto, mientras observaba a esa Pertigión coqueta.

-          Eh, Rick, mira.- señaló al frente

Fue ahí que, milagrosamente, cogió más fuerza para echar a correr. Nada más llegar al punto donde señalo Nubila –La cima de la colina-, una sonrisa se esbozó en su rostro.

En frente, ahí, estaba la base. Por fin podrían descansar después de tan larga caminata.

-          ¡Nubila llegamos! ¡Llegamos!- salió corriendo como un niño, en dirección a la base de los rebeldes.

Pero, justo, cuando Nubila llegó a la cima y observó la base, notó algo raro. El aire estaba  denso, la base desprendía un olor desagradable, todo era muy extraño.

Nubila lamió su dedo índice y lo elevó, dejando que el viento, frío, chocará en el dedo; durante breves segundos, se llevó el dedo hacia su boca.

-          Mmm… Pólvora… ¿Pólvora? ¡Rick no, detente!

Pocos segundos después, de que Rick se volteara para saber lo que quería Nubila, la base explotó. Tal explosión que creo una corriente de viento muy fuerte…

Los ojos de Rick se llenaron de lágrimas al pensar que sus amigos se encontraban ahí dentro, pero él mismo sabía que esto no era el final.

Nubila corrió tras él, en su búsqueda, pero el aire era casi imposible. Varios mentales, vigas, etc… salían desprendidos por aquel viento y lo peor era que iba en su dirección. Estaban Perdidos.