Capitulo 1: Unión Familiar.

NOTA: ACTUALIZADO-REEDITADO.  

<<Observaba como Shiva acababa de derrumbarse, sus lágrimas caían rápidamente, acariciando su mejilla. A su alrededor, los pocos que sobrevivieron a la guerra observaban silenciosamente, se les notaban en la cara sus ganas de huir. Intenté consolarla, pero me detuvieron. "Debe salir ella sola de esto...", me decían. No podía quedarme ahí quieto, mirándola, quería... abrazarla.

Y de repente, me di cuenta del paisaje. Era tan irrealista que no podía creerlo, pero a estas alturas, no debería estar sorprendido de nada. Todo, había cambiado, pero aún tenía esa ausencia de varios años atrás. Cierta nostalgia me invadió al recordar lo que viví aquí, tantos viajes para llegar al principio, donde comenzó todo esto...  Es verdad, ¿ya cuánto tiempo llevó aquí, en Kiria? A penas recuerdo el origen de mi historia, pero creo, que debo comenzar desde este punto, veréis mi historia comienza hace billones de años atrás, en la Tierra, cuando la oscuridad quería dar una lección a los humanos, algunos pensaban que esto era horrible otros, un castigo.>> 

***

Año 3412, lugar la Tierra. Ya nada era cómo antes, la tecnología consiguió evolucionar rápidamente, por no decir que todo el mundo vivía por y gracias a ella. Aquel término de 'trabajar' dejó de existir hace años, nadie se esforzaba en nada, todo se lo hacían las máquinas, esto fue el origen de su enfado.

En medio de la gran ciudad, llena de altos rascacielos, resaltaba una pequeña casa con su respectivo y posiblemente único jardín. Ahora, había aparatos que simulaba la naturaleza, como parques, los céspedes... Esta casa era bastante antigua, de dos pisos y seguramente con su desván; realizada en madera. Nadie podía caminar al lado de ésta sin quedarse observarla un buen rato, para ellos, le resultaba raro este tipo de casa, hasta llegaban a considerarlas pobres. 

Entre los cuchicheos de ciertas personas que se paraban al ver la casa, un chico intentaba pasar a través de éstos, iba corriendo, pero al intentar hacerse paso, se obligó a parar. Una vez dentro, se fijó en una nota en la puerta, sería de su abuelo; lo que ponía en ella era: 1) Haz los estiramientos, te conozco. 2) Limpia la casa. El joven sonrió, una sonrisa algo traviesa como si se tratase de un niño de ocho años planeando algo nada bueno. Realizó la primera tarea, sin muchos esfuerzos, a él no le interesaba entrenar para nada, lo veía algo innecesario, él era flaco por constitución pero aun así su abuelo le obligaba hacer estos ejercicios. Entró en la casa, cogió las herramientas necesarias para la limpieza y subió al desván. 

El desván tampoco era muy grande, en verdad era algo pequeño. Estaba lleno de telarañas, esto significaba que hacía tiempo que no subía. Comenzó con un viejo espejo, al frotar el polvo y conseguir eliminarlo, pudo verse reflejado en él. ¿Cuándo creció tanto? Fue lo que pensó, ya no era tan bajito como solía ser, ahora era alto y algo tonificado. Se revolvió su pelo azabache, intentando peinarlo, pero era bastante rebelde y siempre se le quedaba de punta, parecido a un erizo pero con algunos cabellos cayéndole por la frente. Pero era sus ojos lo que hacía que destacase entre los demás, eran azules, azules eléctricos, podías hasta ver la iluminación de algún rayo en el interior de sus ojos, algo... sorprendente.

De repente, sintió algo, como una especie de llamada. Estaba cerca, lo notaba, se paseó por todo el desván hasta encontrar un grueso libro que servía de apoyo para una silla coja. Lo cogió, se sentó en el suelo e inició la lectura, o mejor dicho lo intentó; lo primero que vio fueron signos irreconocibles, se trataría de alguna lengua pérdida. 

- Rick, ¿otra vez haciendo el vago?- Aquel chico desvió su mirada del libro hacía aquella voz. Era un hombre, bastante viejo, con una gran barba canosa que antiguamente hubiera sido del mismo color que el cabello del muchacho, aquel señor era su abuelo, Rajrock. 

Rajrock era un anciano bastante antipático, grosero, solía ser directo, considerado un mal vecino y muy cabezota, esto era debido a que se negaba a derrumbar su casa y vender su propiedad para construir un futuro rascacielos. Tenía una apariencia algo motorista, siempre llevaba sus gafas de sol. Rick solía escuchar rumores de que su abuelo, en sus tiempos fue alguien temible, pero nunca se las creyó. Sin darle una respuesta, el viejo se impaciento.

-Qué voy hacer contigo... Siempre dije que te parieron mal.- Esto causó que el chico le fulminará con la mirada, pero tampoco tardó mucho en sacar una de sus mejores sonrisas.

-¿¡Qué tal viejo!? Veo que sigues con tu mismo humor, ¿qué paso ahora?- preguntó mientras se levantaba y se quitaba el polvo.

-¿¡QUÉ, QUÉ ME PASA!? Acabo de recibir no sé cuántos mensajes de que llevas todo el curso faltando a clase. Rick, nieto estúpido, ya tienes dieciocho años, deberías ser más responsable. 

-Buuueno, tampoco hay que alterarse tanto, recuerda que eres un anciano, un día de estos te dará un infarto, ten cuidado...- rió descaradamente. Esta relación abuelo y nieto siempre fue rara.- Por cierto, ¿y este libro?

-Ese libro es de tu padre.- aprovechó a sentarse en una silla.- Hace tiempo que lo buscaba.

- Se me quitaron las ganas de leer... ¡Eh! Esto si llegó a entenderlo, Syrfoc...- no pudo acabar, ya que un bastón se le acercaba a una rápida velocidad, tan veloz que ni le dio tiempo a esquivarlo y acabó impactándole en toda la cara.- ¡Vale, vale! Si quieres que dejé de leer dilo, no hace falta agredir, joder. ¡Buah! Me voy a dar una vuelta, venga viejo ve a preparar la cena.

-Ni hablar.- Rick, volvió a reír.  

***

En el paseo, Rick jugaba con una lata vacía, dándole patadas. Quiso recordar su niñez, nunca pudo recordar algo sobre su infancia, ni de su madre ni de su padre, aunque de éste último lo único que recuerda es que le abandonó con su abuelo. ¿Por qué jamás consiguió tener un recuerdo cuándo tenía ocho años o menos? Por mucho que lo intentaba, nunca lo lograba.

- Por favor, ¿me escuchas? Si llegas a oírme, sería mejor que te dirigieras a la azotea del rascacielos del ayuntamiento.- Alguien susurraba cerca de él. Giró varias veces a sus alrededor, para saber quién le hablaba pero no veía a nadie, era como si esa voz solo lo pudiese escuchar él. 

-¿Al ayuntamiento? ¿Pero quién eres?- hablaba solo, la gente de su alrededor al verle hablar solo se alejaron de él por miedo. 

-No hay tiempo, confía en mí. Solo quiero ayudarte, hazlo rápido, ¡ya!

-¿Qué?- estaba confuso.- Vale, piensa que te hago caso, ¿qué conseguiría?

-Sobrevivir de ellos...

-¿Ellos?- esperó una respuesta, pero no lo obtuvo. Asombrado, se preguntó si hacer caso a esa voz o no, no obstante había algo que decía que tenía que hacer caso a su petición. El ayuntamiento, era uno de los edificios más prestigiosos, en el se encontraba varias famosas empresas hasta los alojamientos de las personas más importante de toda la ciudad, va a ser difícil colarse. 

Mientras Rick corría hacia su casa, de repente, escuchó gritos. Se paró de golpe y vio como unas bestias corrían detrás de las personas. Algunas de estas criaturas devoraban a la gente, impactado con lo que estaba viendo, le costó huir, se había paralizado. Uno de esos monstruos le vio, se acercaba lentamente, las piernas de Rick seguían sin reaccionar, justo en el momento del ataque, la tierra tembló. El animal cayó en la enorme grieta que se había formado, esto era una oportunidad para poder escapar.

Cuando llegó a su casa, Rajrock ya le estaba esperándolo en la puerta, sin pararse a explicarle todo, le agarró del brazo y tiró de él. Su abuelo inició una serie de palabras malsonantes, en verdad debía darse prisa para llegar al ayuntamiento, pero no todo iba a ser más fácil, varias criaturas se toparon con ellos. En este momento, el anciano dio un paso para delante, le tiró a su nieto el libro grueso que hace unos minutos estaba leyéndolo en el desván; y, en su bastón, le quitó una especie de funda, mostrando lo que realmente era, una espada. Con ella, realizó algunos movimientos y consiguió deshacerse de algunos monstruos.

-Sabía que este día llegaría...

-¡Rajrock! ¿Desde cuándo tu bastón es una espada?

-Estúpido niño, si no me hubieses agarrado y llevado arrastras te lo hubiera explicado.

-Correr, no hay más tiempo... Y mi poder se debilita, no podré seguir ayudando... 

-¡¿LO HAS ESCUCHADO VIEJO?! O he de ir a vérmelo... 

-Lo escuché, no grites demasiado, llamarías a esas bestias.-Rick se sorprendió al ver que Rajrock se inmutará ante la situación, seguía tranquilo, no le daba importancia aquella voz.

-Debéis ir... al punto que te dije, Rick Redfrod.- el tono se iba debilitando cada vez más.

El joven usualmente seguía sus instintos, pocas veces le fallaron, pero justamente hoy comenzaba a dudar. Su abuelo le observaba detenidamente, con el ceño fruncido sin decir ni una palabra, el silencio inundó el momento, esto le ponía nervioso, por lo que decidió volver a agarrar a su abuelo y llevarle al ayuntamiento. 

No le costó mucho colarse, ya que el pánico también llegó a aquel sitio. Tomaron el ascensor y subieron a la azotea, una vez ahí echaron un ojo a lo que pasaba en las calles, Había fuego, también hubo varias bombas, esos bichos seguían con la persecución, de vez en cuando otro terremoto, todo iba mal. 

Rick estaba nervioso, su corazón no paraba de latir rápidamente. Desde aquel lugar, pudo ver como una enorme ola se iba formando cerca del embarcadero, se trataba de un tsunami que se llevaría por delante toda la ciudad de Ocab. Pensó que hubiera sido mejor, si ser devorado por esos bichos o ser arrastrado por la corriente. De repente, más criaturas aparecieron en la azotea. Dándolo todo por perdido, una luz se alumbró en el cielo, no era Dios, era como un agujero negro donde apareció un hermoso animal alado, se trataba de un grifo, cuerpo de león, cabeza y alas de águila.  Aquel animal se les iba acercando. Rajrock acababa con las vidas de varios monstruos pero Rick, se echó para atrás, no sabía si fiarse de esa bestia, ya que podía ser como esas criaturas, sin embargo Rajrock le empujo, indicándole que era seguro.

Una vez ya en el lomo del grifo, éste comenzó a ascender, dirigiéndose hacia el agujero por dónde había venido. Ya estaban cerca, cerca de salir de este horrible final para la ciudad de Ocab, Rick, miró por última vez la masacre. Sin darse cuenta, Rajrock se resbaló pero antes de caer se agarró a la cola de león del grifo, lo que provocó un enorme grito por parte del animal. 

-¡Mierda, sujétate en mí!- le ofreció la mano. Su abuelo lo intentó, pero no podía llegar a alcanzar su mano.- ¡Vamos viejo inútil, tu puedes!- grito sin borrar esa sonrisa que tanto le ponía nervioso al abuelo. 

-¡Rick! ¡No conseguiremos salir de esta, por lo menos yo! - dedujo.

-No digas tonterías...- el animal cada vez descendía más, esto evitaba poder alcanzar el agujero que poco a poco se iba cerrando, aquello alertó a Rajrock.

-¡Chico, antes de morir, quiero decirte que eres un gran nieto, estúpido pero grande a la vez! ¡Ha sido un honor que hayas sido mi nieto! ¡Y recuerda, ese libro que te he dado es muy valioso aunque no lo creas, consérvalo ¡Por último...nos volveremos a ver en el otro lado!- Rajrock sonrío, imitando a Rick, fue la primera vez que sonreía ante él.

-¡NO TE SUELTES!- gritó estallando al llanto.

-"Nunca te lo habré dicho Rick, pero, te quiero nieto estúpido." -Pensó el anciano mientras caía desde lo más alto. 

El grifo consiguió volver a la compostura y aceleró su vuelo hacia el agujero. Rick pudo ver como su abuelo caía y era tragado por el tsunami, eso fue lo último que vio antes de entrar por el portal.

***

En el otro lado, cuando el joven se despertó, el grifo había desaparecido. Observó a su alrededor, se trataba de un lugar exótico, al lado de una bonita playa cuya arena era dorada y fina. Cansado, sin humor y con los ojos rojos, emprendió una marcha hacia ninguna dirección, pero junto a él, el libro de Rajrock.

El aire salado se le pegaba en la piel, le molestaba. No sabía que tenía que hacer ahora, estaba solo y el silencio le irritaba, tampoco era plan para hablar solo y esa misteriosa voz, no volvió a escucharla. Llegó a un golfo, y cerca de la orilla había personas, esto le animo un poco. Dispuesto a correr para pedir ayuda, cayó en la arena. Había andado durante horas, sus pies ya no daban más de sí, frustrado, vio como aquellas personas se iba alejando, quería arrastrarse, pero tampoco tenía fuerzas suficiente, antes de caer desmayado, escucho:

-¡Eh! Chico, ¿se encuentra bien?